Vásquez Rocca, Adolfo, "Peter Sloterdijk y W. Benjamin; El Palacio de Cristal y los shopping-mall como sistemas autorregulados", En Psikeba © Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Nº 8, 2008.
http://www.psikeba.com.ar/articulos2/AVR_Sloterdijk_Benjamin_El_Palacio_de_Cristal.htm
1.- Peter Sloterdijk y Walter Benjamin; Estética y Políticas de Climatización: De los Pasajes a los Invernaderos de la posmodernidad.
Si hubiera que ampliar las investigaciones de Walter Benjamin al siglo XX y principios del XXI, sería necesario –según Sloterdijk–1 además de algunas correcciones en el método– tomar como punto de partida los modelos arquitectónicos del presente: centros comerciales, recintos feriales, grandes estadios olímpicos, edificios corporativos, centros de convenciones y estaciones orbitales2. Los nuevos trabajos tendrían títulos como grandes úteros para masa infantilizadas, Estados Uterotopos, etc. Sin duda alguna, los pasajes encarnaron una sugestiva idea del espacio en los principios del capitalismo. Consumaron la fusión, que tanto había inspirado a Benjamin, entre salón y universo en un espacio interior de carácter público; eran un “templo del capital mercantil”, “voluptuosa calle del comercio”3, proyección de los bazares de Oriente en el mundo burgués y símbolo de la metamorfosis de todas las cosas bajo la luz de su venalidad [capacidad de ser vendido, corrompido -demarcación que establece el dinero entre lo sacro y lo profano] escenario de una féerie que embruja a los clientes hasta el final de la visita. Una feria de vanidades – donde el ceremonial social del lujo no sólo exige su vendibilidad, sino que la presupone. – del mismo modo como los altos honorarios médicos del psicoanálisis forman parte del proceso de curación del enfermo, en cuanto hace digna de crédito su voluntad– . Sin embargo, el Palacio de Cristal, el de Londres –en 1850-, que primero albergó las Exposiciones Universales y luego un centro lúdico consagrado a la “educación del pueblo”, y aún más, el que aparece en un texto de Dostoievsky4 y que hacía de toda la sociedad un “objeto de exposición” ante sí misma, apuntaba mucho más allá que la arquitectura de los pasajes; Benjamin lo cita a menudo, pero lo considera tan sólo como la versión ampliada de un pasaje. Aquí, su admirable capacidad fisonómica lo abandonó. Porque, aun cuando el pasaje contribuyera a glorificar y hacer confortable el capitalismo5 , el Palacio de Cristal –la estructura arquitectónica más imponente del siglo XIX– apunta ya a un capitalismo integral, en el que se produce nada menos que la total absorción del mundo exterior en un interior planificado en su integridad.
2.-Los shopping-mall como sistemas autorregulados.
Los shopping-mall son un capítulo de la tecnologización de la ciudad. En ellos, el mercado ya no recurre a ningún artificio para ocultar su naturaleza universal. Una misma técnica se utiliza en la producción escenográfica de mercados idénticos. Por eso, la tecnología es un factor decisivo: nada puede entregarse al azar o a las ocurrencias individuales, ni la circulación de las personas, ni la circulación de las materias , ni el espacio. Si el mercado tuvo su origen a cielo abierto, y persistió en la calle, las galerías decimonónicas descubrieron, por primera vez, las ventajas de un continuum espacial y temporal independizado radicalmente de cualquier peripecia que perturbe su funcionamiento. El ideal del shopping-mall no es el pintoresquismo (que el capitalismo reserva para las excursiones turísticas o los enclaves miserables) sino el confort. La calle nos recuerda, aunque de manera intermitente, que la intemperie existe y no todo está bajo control.
Los Pasajes Walter Benjamin por Adolfo Vásquez Rocca Shopping- malls
Los shopping-malls, en cambio, son un invento que se separa definitivamente de la temporalidad y la intemperie. Como sistema autorregulado, el shopping-mall se anticipa a todas las necesidades de sus visitantes: no existen ni el frío ni el calor, no hay montaje aleatorio de sonidos mecánicos y naturales, no hay conflicto de estilos (el shopping-mall destruye los estilos incluso cuando pretende conservarlos). Sobre todo: no existen las diferencias nacionales. Los shopping-malls y los resorts turísticos unifican su forma y repiten escrupulosamente una tipología, que varía sólo en algunos elementos accesorios. Esto se puede probar en cada una de las piezas ensambladas en un shopping-mall.
Sloterdijk El Palacio de Cristal por Adolfo Vásquez Rocca
Así , el shopping-mall quiere decirnos que no renuncia a la naturaleza. No obstante, se separa de ella de manera completamente nueva y radical. En el shopping-mall respiramos aire reciclado, las luces son siempre artificiales y jamás se mezclan con la luz atmosférica, los sonidos del exterior, por decisión arquitectónica, no deben traspasar las paredes fortificadas del recinto; la ausencia de ventanas niega toda comunicación con el afuera. Sin embargo, de manera infantil y con voluntad de producir un efecto de escenografía “ecológica”, los patios del shopping-mall no pueden prescindir de sus árboles, los mismos árboles en todo el planeta, indiferentes al desierto que rodea al shopping-mall, o a la ciudad decimonónica en la que éste se ha incrustado.
En el shopping-mall, la jardinería no busca el efecto maravilloso del artificio, ni la inspiración romántica del paisaje campestre, ni la culminación abstracta de las miniaturas de un jardín japonés. Lejosde estos ejemplos, su originalidad se apoya en la buscada incongruencia entre arquitectura y decoración “natural”. En medio de la polución visual de los carteles, los anuncios y los letreros, los árboles del shopping-mall están allí para probar que, si un shopping-mall es el universo bajo su forma de mercado, nada del universo puede serle ajeno. La tecnología del shopping-mall necesita, para cumplir adecuadamente sus fines, expulsar cualquier recuerdo del mundo exterior y convertirse en un espacio abstracto y universal. Sin embargo, como en la sociedad hipertecnológica prospera una ideología “naturista” (una especie de ecologismo blando y romántico), se necesita del verde de los árboles como garantía, precisamente, de que la universalidad tecnológica no deja nada afuera. Ni siquiera a los árboles que, embutidos en sus macetas y detenidos en la mitad de su crecimiento, son una escenografía de ciencia ficción: hierbas verde esmeralda en un paisaje de silicio o, como escribió Benjamin, la orquídea imposible en que se ha convertido la realidad.
Diseño y Arquitectura por Adolfo Vásquez Rocca
En concordancia con estas intuiciones estético-políticas Walter Benjamin elige en sus minuciosas descripciones precisamente los objetos que ponen de manifiesto el inminente advenimiento -a través del fetiche de la mercancia y el templo del escaparate- del capiatlismo integral, esto es, del paisaje urbano convertido en ideología. Basta leer el índice del libro de Los Pasajes para notar la descripción de la cultura mercantil ad portas: pasajes, panoramas, exposiciones universales, interiores, calles, barricadas. Nadie hasta entonces había pensado a la cultura tan profundamente sumergida en su medio material y urbano. Este segundo tomo de Iluminaciones incluye tres ensayos: unos sobre el París del segundo Imperio, otro sobre algunos temas en Baudelaire y el tercero, el famosísimo “París, capital del siglo XIX”. Cada uno de estos ensayos descubre pistas que Benjamin procuró reconducir hacia una convergencia improbable (en el límite, imposible) en el libro no escrito sobre los pasajes de París. Cada una de estas pistas es novedosa por varios motivos: la captación de la dimensión social de la poesía de Baudelaire y de la dimensión cultural de las transformaciones materiales y urbanas; el descubrimiento (no existe otra palabra más exacta) de que ciudad y poesía moderna se implican como producciones simbólicas y se presuponen como experiencia.
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EL PARAISO NEOLIBERAL O LA ESTETICA DEL SHOPINNG - MALL
"WALTER BENJAMIN" Y "PETER SLOTERDIJK"; DE LOS 'PASAJES' AL 'PALACIO DE CRISTAL' Por Adolfo Vásquez Rocca
Diseño y Arquitectura por Adolfo Vásquez Rocca
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
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Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, Teoría del Conocimiento y Pensamiento Contemporáneo. Áreas de Especialización: Antropología y Estética. Profesor de Postgrado. Profesor de Antropología y de Estética - Departamento de Artes y Humanidades-. Profesor asociado al Grupo Theoria, Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado. Director de la Revista Observaciones Filosóficas http://www.observacionesfilosoficas.net/. Secretario de Ejecutivo de PHILOSOPHICA, Revista del Instituto de Filosofía de la PUCV http://www.philosophica.ucv.cl/editorial.htm, Editor Asociado de Psikeba —Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Buenos Aires— http://www.psikeba.com.ar/, miembro del Consejo Editorial Internacional de la Fundación Ética Mundial de México http://www.eticamundial.com.mx/- y Director del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias, Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo http://www.konvergencias.net/
COLUMNISTA DE REVISTAS Y PUBLICACIONES INTERNACIONALES, entre las que se cuentan:
A PARTE REI ISSN: 1137-8204 -Revista de la Sociedad de Estudios Filosóficos de Madrid-
NÓMADAS Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas ISSN 1578-6730 - Universidad Complutense de Madrid.
MARGEN CERO, Miembro fundador de la Asociación de Revistas Culturales de España, ISSN 1695-4807
CUENTA Y RAZÓN, Revista de la Fundación de Estudios Sociológicos (FUNDES) de Madrid, Fundada por Julián Marías, ISSN: 0211-1381
EIKASIA REVISTADEFILOSOFIA, ISSN 1885-5679 - Oviedo, España
DEBATS Revista de Filosofía y crítica cultural, ISSN 0212-0585, Institució Alfons el Magnànim, Valencia.
HETEROGÉNESIS [SWEDISH-SPANISH] _ Revista de arte contemporáneo. TIDSKRIFT FÖR SAMTIDSKONST
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EL PARAISO NEOLIBERAL O LA ESTETICA DEL SHOPINNG - MALL
Notas:
1 SLOTERDIJK, Peter, El Palacio de Cristal, Conferencia pronunciada en el marco del debate “Traumas urbanos; La ciudad y los desastres”, Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, CCCB. 2004.
2 SLOTERDIJK, Peter, Esferas III: Espumas, cap. 1, sección A, pp. 317-337.
3 Benjamin, Walter, Gesammelte Schriften, Suhrkamp, Frankfurt 1989, vol. 1, pp. 86 y 93.
4 Los ecos literarios de la estancia de Dostoievsky en Londres se encuentran en su suplemento literario de viajes “Anotaciones de invierno sobre impresiones de verano», 1863, un texto en el que el autor se burla, entre otras cosas, de los «sargentos primeros de la civilización» de Occidente, de los “progresistas de invernadero”, y expresa su angustia acerca del triunfalismo baálico del palacio de la Exposición Universal. Dostoievsky reconoce ya en la burguesía francesa la equiparación europea occidental y posthistórica entre seres humanos y poder adquisitivo: “La posesión de dinero [es] la más elevada virtud y deber del ser humano”.
5 Acerca del motivo del “capitalismo confortable”, cfr. CLAESSENS, Dieter y CLAESSENS, Karin, Kapitalismus als Kultur: Entstehung und Grundlagen der bürgerlichen Gesellschaft, Suhrkamp, Frankfurt 1979.
6 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "Peter Sloterdijk: Temblores de aire, atmoterrorismo y crepúsculo de la inmunidad", En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas - Universidad Complutense de Madrid, | Nº 17 | Enero-Junio 2008 -1º / 1 | pp. 159-168
http://www.ucm.es/info/nomadas/17/avrocca_sloterdijk3.pdf
7 Pero, aquí cabe preguntarse qué sucederá después de este gran invernadero. Porque la vida climatizada al interior del gran palacio de cristal está basada en una tecnología que no es sustentable, dado que requiere de las actuales energías fósiles. En la historia de la humanidad, el fosilismo habrá sido un episodio de apenas unos 300 años. Tenemos energías fósiles aún por 50, 100 años como máximo. En todo caso, nuestro placer ya no es el mismo: ha sido prácticamente demolido, porque las energías fósiles son sólo agradables cuando son baratas, y esa época se terminó para siempre. No volverá nunca más. Cuando todo se vuelve caro, no hay más confort, porque la democratización del lujo es imposible. Los regalos de la naturaleza se terminan allí. Ahora los hombres se preguntan cómo se pueden reemplazar esos regalos. La verdad es que el hombre detesta el trabajo. Los hombres simulan trabajar, pero trabajando sueñan con un regalo, con un tesoro que buscan en forma permanente. El trabajo es sólo una suerte de intermezzo que se acepta en espera del gran regalo. Ahora, ante el fin de las energías fósiles, el trabajo regresa como una carga insoportable.
Por lo pronto tenemos una opción, la posibilidad de implementar un gran giro hacia una tecnología que sea al mismo tiempo barata, compatible con las exigencias de la democracia y, sobre todo, abordable para los países que hoy están en la periferia. Esos pueblos aprovecharán la situación cuando las nuevas tecnologías solares estén disponibles a precios razonables. Esos nuevos recursos permitirán una estructura de civilización completamente diferente.
8 SLOTERDIJK, Peter, El Palacio de Cristal, Barcelona, 2004.
9 SLOTERDIJK, Peter, El palacio de cristal, Barcelona, 2004.
Diseño y Arquitectura por Adolfo Vásquez RoccaANEXO
Baudrillard
Cultura, simulacro y régimen de mortandad en el Sistema de los objetos
¿Cuál es en última instancia el entramado ideológico del sistema de los objetos? ¿Qué ideario encarna este sistema cuyos principios son la caducidad y la obsolescencia —el imperativo de la novedad—, la ley del ciclo y otros automatismos semejantes? Baudrillard dirá que son dos: el principio personalizador, que se articula como democratización del consumo de modelos por la vía de la serialidad y la ética novedosa del crédito y la acumulación no productiva. Hoy el glamour de las mercancías aparece como nuestro paisaje natural, allí nos reconocemos y nos encontramos con «nosotros mismos», con nuestros ensueños de poder y ubicuidad, con nuestras obsesiones y delirios, con los desperdicios psíquicos en el escaparate de la publicidad —verdadero espejo que nos devuelve nuestra imagen deformada— una verdadera summa espiritual de nuestra civilización, el repertorio ideológico de la desinhibición.
El carácter distintivo del American way of life, de la última sociedad primitiva contemporánea se escenifica en las formas del distanciamiento, en el paisaje, en los grandes desiertos y carreteras de ese país que deja entrever una profunda soledad, las inclinaciones thanáticas que yacen bajo el optimismo americano; la decrepitud del capitalismo tardío en la tierra de las oportunidades, del american dream convertido en el insomnio incontenible de la banalidad y la indiferencia; los Estados Unidos han realizado la desterritorialización de la identidad, la diseminación del sujeto y la neutralización de todos los valores y, si se quiere, la muerte de la cultura bajo el régimen de la mortandad de los objetos. En este sentido es una cultura ingenua y primitiva, no conoce la ironía, no se distancia de sí misma, no ironiza sobre el futuro ni sobre su destino; ella sólo actúa y materializa su política de Estado. Norteamérica realiza así sus sueños y sus pesadillas.
La identidad prefabricada
Vivimos en un universo frío, la calidez seductora, la pasión de un mundo encantado es sustituida por el éxtasis de las imágenes, por la pornografía de la información, por la frialdad obscena de un mundo desencantado. Ya no por el drama de la alienación, sino por la hipertrofia de la comunicación que, paradojalmente, acaba con toda mirada o, como dirá Baudrillard[1], con toda imagen[2] y, por cierto, con todo reconocimiento.
El desafío de la diferencia, que constituye al sujeto especularmente, siempre a partir de un otro que nos seduce o al que seducimos, al que miramos y por el que somos vistos, hace que el solitario voyeurista ocupe el lugar del antiguo seductor apasionado. Somos, en este sentido, ser para otros y no sólo por la teatralidad propia de la vida social, sino porque la mirada del otro nos constituye, en ella y por ella nos reconocemos. La constitución de nuestra identidad tiene lugar desde la alteridad, desde la mirada del otro que me objetiva, que me convierte en espectáculo. Ante él estoy en escena, experimentando las tortuosas exigencias de la teatralidad de la vida social. Lo característico de la frivolidad es la ausencia de esencia, de peso, de centralidad en toda la realidad, y por tanto, la reducción de todo lo real a mera apariencia.
El éxito de la identidad prefabricada radica en que cada uno la diseña de acuerdo con lo que previsiblemente triunfa –los valores en alza[3]–. La moda, pues, no es sino un diseño utilitarista de la propia personalidad, sin profundidad, una especie de ingenuidad publicitaria en la cual cada uno se convierte en empresario de su propia apariencia.
Efectos de desaparición
La fragmentación de las imágenes construye una estética abstracta y laberíntica, en el que cada fragmento opera independiente pero, a su vez, queda encadenado al continuo temporal de un instante narrativo único. Podemos retener el mundo entero en nuestras cabezas.
La aceleración y los estados alterados de la mente. Los psicotrópicos. La representación electrónica de la mente en la cartografía del hipertexto. Las autopistas de la información, donde todo acontece sin tener siquiera que partir ni viajar. Es la era de la llegada generalizada, de la telepresencia, de la cibermuerte y el asesinato de la realidad. El mundo como una gran cámara de vacío y de descompresión. Como la ralentización de la exuberancia del mundo.
Imágenes de la gran urbe, fragmentos de los últimos gestos humanos reconocibles. Los sujetos indiferentes a la presencia de la cámara se mueven según el ritmo de sus propios pensamientos.
Imágenes en movimiento: la estación del Metro de Tokio, súper-carreteras, aviones supersónicos, televisores de cristal líquido, nano-ordenadores, y otros tantos accesorios que nos implantan una aceleración a la manera de otras tantas prótesis tecnológicas. Es la era del cyber-reflejo condicionado, del vértigo de la cibermúsica, de los fundidos del inconsciente en una lluvia de imágenes digitales, vértigo espasmódico de señales que se encienden y apagan, del gesto televisivo, vértigo espasmódico de señales que se encienden y se apagan, del gesto neurótico y ansioso del zapping o el molesto corte del semáforo en las esquinas que parasitan el sistema de interrupciones artificiales y alimentan nuestra dependencia de los efectos especiales.
La sociedad del espectáculo
La moda ha contribuido también a la construcción del paraíso del capitalismo hegemónico. Sin duda, capitalismo y moda se retroalimentan[4]. Ambos son el motor del deseo que se expresa y satisface consumiendo; ambos ponen en acción emociones y pasiones muy particulares, como la atracción por el lujo, por el exceso y la seducción. Ninguno de los dos conoce el reposo, avanzan según un movimiento cíclico no-racional, que no supone un progreso. En palabras de J. Baudrillard: “No hay un progreso continuo en esos ámbitos: la moda es arbitraria, pasajera, cíclica y no añade nada a las cualidades intrínsecas del individuo”[5]. Del mismo modo es para él el consumo un proceso social no racional. La voluntad se ejerce –está casi obligada a ejercerse– solamente en forma de deseo, clausurando otras dimensiones que abocan al reposo, como son la creación, la aceptación y la contemplación. Tanto la moda como el capitalismo producen un ser humano excitado, aspecto característico del diseño de la personalidad en sociedad del espectáculo.
La sociedad de consumo supone la programación de lo cotidiano; manipula y determina la vida individual y social en todos sus intersticios; todo se transforma en artificio e ilusión al servicio del imaginario capitalista y de los intereses de las clases dominantes. El imperio de la seducción y de la obsolescencia; el sistema fetichista de la apariencia y alienación generalizada[6].
El juego de las apariencias
La tesis de Baudrillard es que la peor de las alienaciones no es ser despojado por el otro, sino estar despojado del otro; es tener que producir al otro en su ausencia y, por lo tanto, enviarlo a uno mismo. Si en la actualidad estamos condenados a nuestra imagen, no es a causa de la alienación, sino de su fin, es decir, de la virtual desaparición del otro, que es una fatalidad mucho peor.
Ver y ser vistos, esa parece ser la consigna en el juego translúcido de la frivolidad. El así llamado momento del espejo, precisamente, es el resultado del desdoblamiento de la mirada, y de la simultánea conciencia de ver y ser visto, ser sujeto de la mirada de otro[7], y tratar de anticipar la mirada ajena en el espejo, ajustarse para el encuentro. La mirada, la sensibilidad visual dirigida, se construye desde esta autoconciencia corpórea, y de ella, a la vez, surge el arte, la imagen que intenta traducir esta experiencia sensorial y apelar a la sensibilidad en su receptor.
Nuestra soledad demanda un espejo simbólico en el que poder reencontrar a los otros desde nuestro interior. Buscamos en el espejo la unidad de una imagen a la que sólo llevamos nuestra fragmentación.
Con estupor tomamos las últimas fotografías posibles, un patético modo de certificar la experiencia o de convertirla en colección. Pareciera que la fotografía quiere jugar este juego vertiginoso, liberar a lo real de su principio de realidad, liberar al otro del principio de identidad y arrojarlo a la extrañeza. Más allá de la semejanza y de la significación forzada, más allá del "momento Kodak", la reversibilidad es esta oscilación entre la identidad y el extrañamiento que abre el espacio de la ilusión estética, la des-realización del mundo, su provisional puesta entre paréntesis.
Como en La invención de Morel[8] donde un aparato reproduce la vida (absorbiendo las almas) en forma de réplica, en forma de mera proyección. Los Stones como souvenir de sí mismos proyectados en el telón del escenario giratorio. La envidiable decreptitud de Mick Jagger con una delgadez mezquina y ominosa, como si fuera su propia narcótica reliquia.
Los rostros del otro, rostros distantes a pesar de su cercanía, ausentes a pesar de su presencia, los miramos sin que ellos nos devuelvan la mirada. La alteridad no es más que un espectro, fascinados contemplamos el espectáculo de su ausencia. Tal vez los Stones estén muertos y nadie lo sepa. Tal vez sea una banda sustituta la que por enésima vez sacuda el mundo cuando comience su nueva gira por las ciudades de la Gran Babilonia.
Sería un error minimizar la relación entre estos fenómenos y el origen de la personalidad narcisista, que no conoce límites entre ella misma y el mundo que exige la gratificación inmediata de sus deseos, así como la erosión de la vida intima tenida lugar a través de la relaciones sociales que se tratan como pretextos para la expresión de la propia personalidad. La transformación de la vida pública en un ámbito donde “la persona puede escapar a las cargas de la vida familiar idealizada... mediante un tipo especial de experiencia, entre extraños o, más importante aún, entre personas destinadas a permanecer siempre como extraños”, y donde una silenciosa y pasiva masa de espectadores observa la extravagante expresión de la personalidad de unos pocos en la “sociedad del espectáculo”, donde los medios de “comunicación” nos escamotean y disuelven el presente con las fanfarrias del último estelar televisivo.
La construcción del sentido social se desplaza del espacio de la política, hacia un mundo que no tiene historia, sólo pantalla. Son las nuevas formas de producción, las de un nuevo universo simbólico en donde se resignifican las viejas utopías mediante un proceso de descontextualización que las convierte en imágenes sin historia; en mercancías.
En esos mismos medios de comunicación se desplazan hoy los actores políticos jugando su rol hegemónico en la construcción de sentido en tanto perpetran el secuestro de nuestra moral. La fe pública violada ha creado las condiciones para el desprestigio de lo político y con ello el de nuestras instituciones, qué puede extrañar entonces del robo hormiga de las grandes transnacionales, la extorsión «irrepresentable», sólo cognoscible por medio de una compleja organización multinacional articulada según un modelo gansteril. Nuestra vida cotidiana esta así signada por las abusivas relaciones mercantiles que experimentan una creciente densidad así como una significativa disminución de las relaciones interpersonales sin fines de lucro.
Pese a todo, incluso la personalidad de las celebridades esta sujeta a los procesos de obsolescencia y caducidad, al fenómeno postmoderno de la «sacralidad impersonal». La obsolescencia de los objetos se corresponde con la de los rock stars y gurús intelectuales; con la multiplicación y aceleración en la rotación de las «celebridades», para que ninguna pueda erigirse en “ídolo personalizado y canónico”. El exceso de imágenes, el entusiasmo pasajero, determinan que cada vez haya más “estrellas” y menos inversión emocional en ellas, los revival son fenómenos de “nostalgia decretada” ideadas como estrategias de marketing por algún ejecutivo de una compañía multimedia.
Maś allá de la “sociedad del espectáculo”[10] y “el imperio de lo efímero” se instala la “norma de consumo” en el plano de las necesidades sociales, también gobernadas por dos mercancías básicas: la vivienda estandarizada, lugar privilegiado de consumo, y el automóvil como medio de transporte compatible con la separación entre el hogar y el sitio de trabajo. Ambas mercancías —y en especial, desde luego, el automóvil— fueron sometidas a la producción masiva y la adquisición de ambas exige una «amplia socialización de las finanzas» bajo la forma de nuevas o ampliadas facilidades de crédito (compra a plazos, créditos, hipotecas, etc.). Más aún, las dos mercancías básicas del proceso de consumo masivo crearon complementariedades (crédito hipotecario y automotriz) que producen una gigantesca expansión de las mercancías, apoyada por una diversificación sistemática de los valores de uso. El individuo se ve obligado a elegir permanentemente, a tomar la iniciativa, a informarse, a probarse, a permanecer joven, a deliberar acerca de los actos más sencillos: qué automóvil comprar, qué película ver, qué libro leer, qué régimen o terapia seguir. El consumo obliga a hacerse cargo de sí mismo, nos hace “responsables”, se trata así de un sistema de participación ineludible[11].
El régimen de la mortandad de los objetos
El dispositivo que activa este sistema de “obsolescencia acelerada” —que impera a consumir compulsivamente— consiste en convencer al consumidor que necesita un producto nuevo antes que el que ya tiene agote su vida útil y funcionalidades. Ésta es una de las tareas de los diseñadores: acelerar la obsolescencia. A este respecto el automóvil ha sido un caso paradigmático de las obsolescencias decretadas del estilo, asociadas a las imágenes de prestigio y estatus que le rodean.
Así, el propósito es hacer que el cliente este descontento con su actual automóvil, su cocina, sus pantalones, etc., porque esta “pasado de moda”. Ya no debe esperarse que las cosas se acaben lentamente. Las sustituimos por otras que si bien no son, necesariamente, más efectivas, son más atractivas. Pese a todo es difícil discernir la frontera entre progreso técnico real y obsolescencia del diseño y —más aún— sustraerse al influjo de estos condicionamientos.
Siempre los objetos han llevado la huella de la presencia humana[12], pero ahora no son sus funciones primarias (el cuerpo, los gestos, su energía...) las que se imponen sino las superestructuras las que se dejan sentir. Así, el objeto automatizado representa a la conciencia humana en su autonomía, su voluntad de control y dominio. Ese poder va más allá de la prosaica funcionalidad —y de eso saben mucho los vendedores de automóviles—. El objeto es irracionalmente complicado, se llena de detalles superfluos y viaja en su juego de significaciones mucho más allá de sus determinaciones objetivas.
El automóvil es un signo de poder, de refugio, una proyección fálica y narcisista, que —según Baudrillard— reúne “la abstracción de todo fin práctico en la velocidad, el prestigio, la connotación formal, la connotación técnica, la diferenciación forzada, la inversión apasionada y la proyección fantasmagórica”[13].10
El ejemplo del automóvil es paradigmático. A éste muy rápidamente se le sobrecargó de funciones parasitarias de prestigio, de confort, de proyección (fálica) inconsciente... que frenaron y después bloquearon su función de síntesis humana[14].
El consumo, como se ve, no es la base sobre la que descansa el progreso, sino más bien la barrera que lo estanca o, al menos, lo lanza en la dirección contraria a la de la mejora de las relaciones sociales. El espíritu que realmente funciona es el de la fragilidad de lo efímero, una compulsión que se debate de forma recurrente entre la satisfacción y la decepción y que permite ocultar los verdaderos conflictos que afectan a la sociedad y al individuo.
Aspectos “mitológicos” y nemotecnia del consumo; la acumulación y el derroche
Baudrillard habla[15] de un gran happening colectivo dominado por el espectáculo de la mortalidad impuesta y organizada de los objetos, por su artificial obsolescencia, pero sabe que esa imposición no es sólo una consecuencia del orden de producción capitalista. Es difícil saber qué género de instinto de muerte del grupo, qué voluntad regresiva domina todo ese ceremonial que, bien pensado, recuerda a ciertas ceremonias salvajes como la del potlach. Potlach es una práctica antes que un concepto, parte de un lenguaje perdido en la Historia, pero aun vivo en ciertos ritos modernos: el sexo, el banquete y la embriaguez de la danza, «donde se ve que la dispersión no va hacia el sin sentido, sino que es una modalidad de encuentro con el sentido que pasa a través de la pérdida de centralidad del sujeto». Una economía ya no basada en la acumulación sino en el derroche, en el goce de lo producido. Nuestras sociedades viven de la acumulación de lo que producen, vigilan este excedente de forma celosa. En cambio, cuando se habla de Potlach nos referimos a los experimentos históricos basados en el gasto improductivo, al disfrute y la prodigalidad.
Finalmente nos resta por analizar el aspecto «mitológico» del capital y la sacralización de sus productos más emblemáticos: la Coca Cola, el Cadillac, los Mac Donald's. Los aspectos ideológicos del consumo rebasan los límites de la organización política para instalarse en el inconsciente colectivo y los usos rituales de una población. Se busca implantar sobre bases afectivas y nemotécnicas un nuevo y particular ethos, una forma de ir por el mundo, ya no como recolector o cazador, ni siquiera como consumidor, sino como el agente del desperdicio, carácter que surge sólo desde la conciencia de la prosperidad, la abundancia y el lujo.
Para estimular el flujo de la mercancía, a través del desperdicio y el derroche, entendida éste como clave de la prosperidad futura del mercado, se opera en varias direcciones. Primeramente —en el plano ideológico— contra el pensamiento orientado al ahorro, mentalidad difícil de desarraigar ya que corresponde a una práctica ancestral de la humanidad, la de precaverse para el desconocido y con frecuencia temido día de la escasez[16].
Por otra parte está la vertiente sentimental y poética del diseño, que se corresponde con una novedad metodológica importante, la apelación a la memoria emotiva. La vertiente sentimental de la mercadotecnia se refiere a la persistencia aún en los nuevos productos de un elemento visual implícito que marque una filiación con el pasado, asegurando la continuidad histórica en la espesa trabazón de los objetos. Casi sin excepción los nuevos diseños incluyen un ingrediente que los especialistas denominan «forma sobreviviente». Deliberadamente se incorpora al producto un detalle evocador que recordará a los usuarios un artículo similar, de uso semejante, tenido en una buena tarde o un feliz verano. La gente aceptará más fácilmente algo nuevo, sostienen los expertos en innovación, si reconocen en ello algo que surge “orgánicamente” del pasado. Al incluir un patrón familiar en una forma nueva, sea o no radical, se podrá hacer aceptable aún lo más inusitado, productos y usos que de otro modo rechazarían.
Esta es una de las causas del amor disfuncional que le profesamos a los objetos, aquel que los abraza a la vez que los rechaza. La misma dualidad entre coleccionismo y desperdicio da cuenta de esta ambivalencia.
Por una parte está el individuo que colecciona desde sellos de correos hasta alfombras persas, y se siente así impulsado a «realizarse» en el placer que supone la posesión de un conjunto de objetos, donde la idea misma de colección está directamente vinculada a la posesión —no funcional— por encima de la necesidad, es decir, a la riqueza y por otra las maneras de «usar» el excedente como desperdicio. Aquí es posible identificar otra forma de mitología, la de ciertas lógicas capitalistas, según la cual a épocas de prosperidad, cuando la economía se expande y el crecimiento del producto es sostenido, le debiera seguir o suceder tiempos donde el beneficio —en razón de los excedentes— alcance a toda la población, incluso a la más desfavorecida, esto de acuerdo a la conocida estrategia de «crecimiento y chorreo» que dominó el «paraíso» neoliberal del Chile de los 80'. Pero en realidad esto nunca sucedió, en su lugar advino la acumulación —incluso— del excedente; nuevas formas de codicia y de fraude fiscal terminaron por ahogar esta promesa escatológica del libre mercado.
(a una semana de su sensible fallecimiento)
marzo de 2007
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
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[1] BAUDRILLARD, Jean (1929-) Estudió filología germánica en La Sorbona de París.. En 1966 leyó su tesis doctoral ('Le sistème des objets') bajo la dirección de Henry Lefebvre, e inició su actividad docente en la Universidad París X, en Nanterre, donde tuvo un papel activo en los sucesos de mayo del 68. Director científico del IRIS (Recherche sur l'Innovation Sociale) de la Universidad París-IX Daphine (1986-1990). En 2001 fue contratado por la European Graduate School de Saas-Fee, Suiza, como profesor de filosofía de la cultura y de los medios en los seminarios intensivos de verano.
La mayor parte de la obra de Baudrillard ha sido traducida a las lenguas española y portuguesa. A la primera: El sistema de los objetos, Siglo XXI, Ciudad de México, 1969; La sociedad de consumo, Plaza y Janés, Barcelona, 1970; Crítica de la economía política y del signo, Siglo XXI, Ciudad de México, 1976; El espejo de la producción, Gedisa, Barcelona, 1980; El sistema de los objetos, Siglo XXI, C. de México, 1981; El intercambio simbólico y la muerte, Monte Avila, Caracas, 1981; Las estrategias fatales, Anagrama, Barcelona, 1984; América, Anagrama, Barcelona, 1987; El otro por sí mismo, Anagrama, Barcelona, 1988; Cool Memories, Anagrama, Barcelona, 1989; De la seducción, Ed. Cátedra, Madrid, 1989 (Planeta-Agostini, Barcelona, 1993; Iberoamericana, Buenos Aires, 1994); Las estrategias fatales, Anagrama, Barcelona, 1991; La transparencia del mal. Ensayo sobre los fenómenos extremos, Anagrama, Barcelona, 1991; La guerra del golfo no ha tenido lugar, Anagrama, Barcelona, 1992; La ilusión del fin. La huelga de los acontecimientos, Anagrama, Barcelona, 1993; Cultura y simulacro, Kairós, Barcelona, 1993; El otro por sí mismo, Anagrama, Barcelona, 1994; El crimen perfecto, Anagrama, Barcelona, 1996; Pantalla total, Anagrama, Barcelona, 2000.
[2] BAUDRILLARD, Jean, El otro por sí mismo, Ed. Anagrama, Barcelona, 1997.
[3] RIVIERE, M, Diccionario de la moda, Ed. Grijalbo, Barcelona, 1996.
[4] VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, La moda en la postmodernidad. Deconstrucción del fenómeno "fashion";http://www.ucm.es/info/nomadas/11/avrocca2.htm En NÓMADAS. 11 | Enero-Junio.2005 Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas. UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID.
[5] BAUDRILLARD, Jean, The Consumer Society, SAGE Publication, 1998, p. 100
[6] DEBORD, Guy, La sociedad del espectáculo, Ed. Pre –Textos, Valencia, 1999, cap. II La mercancía como espectáculo. P. 51 y sgtes.
[7] BAUDRILLARD, Jean, El otro por sí mismo, Anagrama, Barcelona, 1994
[8] BIOY CASARES, Adolfo, La invención de Morel, Ed. Emecé, Buenos Aires, 1940.
En la clásica novela de Ciencia Ficción –obra fundacional del género– Morel ha inventado una máquina que permite capturar la entidad de las personas, su existencia en sí, y reproducirla a voluntad. Pero esta captura implica la muerte de la persona que es registrada o grabada. La novela juega con la idea del solipsismo, el eterno retorno y los problemas ontológicos – identitarios.
Ver: VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “La Invención de Morel. Defensa para sobrevivientes” en Zona Moebius; http://www.zonamoebius.com/00002006/nudos/avr_0906_morel_bioy.htm
[9] BAUDRILLARD, Jean, Cultura y simulacro, Kairós, Barcelona, 1993
[10] Existen dos intentos recientes de utilizar el concepto de fetichismo de la mercancía para explicar la cultura capitalista del siglo XX. Uno de ellos es, desde luego, la crítica a la «industria de la cultura» elaborada por Horkheimer y Adorno en Dialéctica de la Ilustración, y el segundo es el análisis desarrollado por Guy Debord y otros miembros de movimiento situacionista en los años sesenta. Parodiando la frase con que se inicia El capital, Debord afirma que «toda la vida de las sociedades donde reinan las condiciones modernas de producción se anuncia como una acumulación inmensa de espectáculos», y agrega que el espectáculo «en todas sus formas específicas, como información o propaganda, publicidad o consumo directo de entretenimiento», debe ser visto como «una relación social entre las personas mediada por imágenes». Como tal, la «sociedad del espectáculo» es «la realización absoluta» del «principio del fetichismo de la mercancía». Si bien Baudrillard admite la influencia de los situacionistas, rechaza sin tapujos sus ideas: «No vivimos ya la sociedad del espectáculo... como tampoco los tipos específicos de alienación y represión que ésta conlleva». Podemos presumir que ello se debe a que conceptos como los de alienación y represión presuponen la existencia de algo alienado o reprimido. Debord afirma decididamente que la sociedad del espectáculo implica un forma distorsionada de relación social, habla de «la praxis social global escindida entre realidad e imagen» y dice que «dentro de un mundo puesto realmente de cabeza, lo verdadero es el movimiento de lo falso». Todo lo anterior es rechazado de plano por Baudrillard, para quien realidad e imagen, falso y verdadero, se confunden de manera endémica en el mundo hiperreal de la simulación.
[11] LIPOVETSKY, Gilles, L'Ere du vide, París, 1983, pp. 7, 14
[12] VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Coleccionismo y genealogía de la intimidad”, en Almiar (Margen Cero), Madrid, 2006, http://www.margencero.com/articulos/articulos2/coleccionismo.htm
[13] BAUDRILLARD, Jean, El sistema de los objetos, México, Siglo XXI, 1985; p. 74.
[14] BAUDRILLARD, Jean, Amérique, París, 1986, pp. 21 y sgtes.
[15] BAUDRILLARD, Jean, La sociedad de consumo. Sus mitos, sus estructuras, Ed. Plaza y Janés, Barcelona, 1974.
[16] EWEN, Stuart, Todas las imágenes del consumismo; la política del estilo en la cultura contemporánea, Ed. Grijalbo, México, 1998, p, 284.
BIBLIOGRAFÍA:
-
SLOTERDIJK, Peter, El palacio de cristal, Barcelona, 2004.
-
BENJAMIN, Walter, Libro de los Pasajes, Ediciones Akal, Madrid, 2005.
-
SARLO, Beatriz, Siete ensayos sobre Walter Benjamin, Editorial FCE., México, D.F., 2007.
-
BUCK-MORSS, Susan, Dialéctica de la mirada. Walter Benjamín y el proyecto de los Pasajes, Editorial Visor, , Madrid, 199
-
INZAURRALDE, Gabriel, “La ciudad violenta y su memoria”, tesis doctoral defendida el 11 de septiembre de 2007, Universidad de Leiden, Países Bajos. <https://openaccess.leidenuniv.nl/bitstream/1887/12307/2/Thesis.pdf)>
W. BENJAMIN; LOS SHOPPING-MALL COMO TEMPLOS DEL CAPITALISMO CONFORTABLE Por Adolfo Vásquez Rocca
WALTER BENJAMIN Y PETER SLOTERDIJK; DE LOS PASAJES AL PALACIO DE CRISTAL Por Adolfo Vásquez Rocca
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Adolfo Vásquez Rocca
Doctor en Filosofía y Teoría del Arte
Universidad Católica de Valparaíso - Universidad Complutense de Madrid.
PUBLICACIONES
Publicaciones Internacionales Catalogadas en DIALNET Directorio de Publicaciones Científicas Hispanoamericanas
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Ver:
Vásquez Rocca, Adolfo, "Peter Sloterdijk y Walter Benjamin; Air Conditioning en el Mundo interior del Capital", En EIKASIA, Revista de Filosofía, Nº 25 - 2009, ISSN 1885-5679 - Oviedo, España, pp. 25-38
http://revistadefilosofia.com/25-04.pdf Seminario Peter Sloterdijk - W. Benjamín; Filosofía, Estética y Arquitectura Dr. Adolfo Vásquez Rocca
1.- Peter Sloterdijk y Walter Benjamin; Estética y Políticas de Climatización: De los Pasajes a los Invernaderos de la posmodernidad.
Si hubiera que ampliar las investigaciones de Walter Benjamin al siglo XX y principios del XXI, sería necesario –según Sloterdijk–1 además de algunas correcciones en el método– tomar como punto de partida los modelos arquitectónicos del presente: centros comerciales, recintos feriales, grandes estadios olímpicos, edificios corporativos, centros de convenciones y estaciones orbitales2. Los nuevos trabajos tendrían títulos como grandes úteros para masa infantilizadas, Estados Uterotopos, etc. Sin duda alguna, los pasajes encarnaron una sugestiva idea del espacio en los principios del capitalismo. Consumaron la fusión, que tanto había inspirado a Benjamin, entre salón y universo en un espacio interior de carácter público; eran un “templo del capital mercantil”, “voluptuosa calle del comercio”3, proyección de los bazares de Oriente en el mundo burgués y símbolo de la metamorfosis de todas las cosas bajo la luz de su venalidad [capacidad de ser vendido, corrompido -demarcación que establece el dinero entre lo sacro y lo profano] escenario de una féerie que embruja a los clientes hasta el final de la visita. Una feria de vanidades – donde el ceremonial social del lujo no sólo exige su vendibilidad, sino que la presupone. – del mismo modo como los altos honorarios médicos del psicoanálisis forman parte del proceso de curación del enfermo, en cuanto hace digna de crédito su voluntad– . Sin embargo, el Palacio de Cristal, el de Londres –en 1850-, que primero albergó las Exposiciones Universales y luego un centro lúdico consagrado a la “educación del pueblo”, y aún más, el que aparece en un texto de Dostoievsky4 y que hacía de toda la sociedad un “objeto de exposición” ante sí misma, apuntaba mucho más allá que la arquitectura de los pasajes; Benjamin lo cita a menudo, pero lo considera tan sólo como la versión ampliada de un pasaje. Aquí, su admirable capacidad fisonómica lo abandonó. Porque, aun cuando el pasaje contribuyera a glorificar y hacer confortable el capitalismo5 , el Palacio de Cristal –la estructura arquitectónica más imponente del siglo XIX– apunta ya a un capitalismo integral, en el que se produce nada menos que la total absorción del mundo exterior en un interior planificado en su integridad.
Diseño por Adolfo Vásquez Rocca
Si se acepta la metáfora del “Palacio de Cristal” como emblema de las ambiciones últimas de la Modernidad, se reconoce sin esfuerzo alguno la simetría entre el programa capitalista y el socialista: el socialismo no fue otra cosa que la segunda puesta en práctica del proyecto de construcción del palacio. Después de su liquidación, se ha hecho evidente que socialismo y comunismo fueron estadios en el camino hacia el capitalismo. Ahora se puede decir abiertamente que el capitalismo es algo más que un modo de producción; apunta más lejos, como se expresa con la figura de pensamiento "mercado mundial".Implica el proyecto de transportar todo el contexto vital de los seres humanos que se hallan en su radio de acción a la inmanencia del poder de compra.
2.-Los shopping-mall como sistemas autorregulados.
Los shopping-mall son un capítulo de la tecnologización de la ciudad. En ellos, el mercado ya no recurre a ningún artificio para ocultar su naturaleza universal. Una misma técnica se utiliza en la producción escenográfica de mercados idénticos. Por eso, la tecnología es un factor decisivo: nada puede entregarse al azar o a las ocurrencias individuales, ni la circulación de las personas, ni la circulación de las materias , ni el espacio. Si el mercado tuvo su origen a cielo abierto, y persistió en la calle, las galerías decimonónicas descubrieron, por primera vez, las ventajas de un continuum espacial y temporal independizado radicalmente de cualquier peripecia que perturbe su funcionamiento. El ideal del shopping-mall no es el pintoresquismo (que el capitalismo reserva para las excursiones turísticas o los enclaves miserables) sino el confort. La calle nos recuerda, aunque de manera intermitente, que la intemperie existe y no todo está bajo control.
Diseño y Arte por Adolfo Vásquez Rocca
Los shopping-malls, en cambio, son un invento que se separa definitivamente de la temporalidad y la intemperie. Como sistema autorregulado, el shopping-mall se anticipa a todas las necesidades de sus visitantes: no existen ni el frío ni el calor, no hay montaje aleatorio de sonidos mecánicos y naturales, no hay conflicto de estilos (el shopping-mall destruye los estilos incluso cuando pretende conservarlos). Sobre todo: no existen las diferencias nacionales. Los shopping-malls y los resorts turísticos unifican su forma y repiten escrupulosamente una tipología, que varía sólo en algunos elementos accesorios. Esto se puede probar en cada una de las piezas ensambladas en un shopping-mall.
Antropología y Estética Adolfo Vásquez Rocca
Así , el shopping-mall quiere decirnos que no renuncia a la naturaleza. No obstante, se separa de ella de manera completamente nueva y radical. En el shopping-mall respiramos aire reciclado, las luces son siempre artificiales y jamás se mezclan con la luz atmosférica, los sonidos del exterior, por decisión arquitectónica, no deben traspasar las paredes fortificadas del recinto; la ausencia de ventanas niega toda comunicación con el afuera. Sin embargo, de manera infantil y con voluntad de producir un efecto de escenografía “ecológica”, los patios del shopping-mall no pueden prescindir de sus árboles, los mismos árboles en todo el planeta, indiferentes al desierto que rodea al shopping-mall, o a la ciudad decimonónica en la que éste se ha incrustado.
En el shopping-mall, la jardinería no busca el efecto maravilloso del artificio, ni la inspiración romántica del paisaje campestre, ni la culminación abstracta de las miniaturas de un jardín japonés. Lejosde estos ejemplos, su originalidad se apoya en la buscada incongruencia entre arquitectura y decoración “natural”. En medio de la polución visual de los carteles, los anuncios y los letreros, los árboles del shopping-mall están allí para probar que, si un shopping-mall es el universo bajo su forma de mercado, nada del universo puede serle ajeno. La tecnología del shopping-mall necesita, para cumplir adecuadamente sus fines, expulsar cualquier recuerdo del mundo exterior y convertirse en un espacio abstracto y universal. Sin embargo, como en la sociedad hipertecnológica prospera una ideología “naturista” (una especie de ecologismo blando y romántico), se necesita del verde de los árboles como garantía, precisamente, de que la universalidad tecnológica no deja nada afuera. Ni siquiera a los árboles que, embutidos en sus macetas y detenidos en la mitad de su crecimiento, son una escenografía de ciencia ficción: hierbas verde esmeralda en un paisaje de silicio o, como escribió Benjamin, la orquídea imposible en que se ha convertido la realidad.
En concordancia con estas intuiciones estético-políticas Walter Benjamin elige en sus minuciosas descripciones precisamente los objetos que ponen de manifiesto el inminente advenimiento -a través del fetiche de la mercancia y el templo del escaparate- del capiatlismo integral, esto es, del paisaje urbano convertido en ideología. Basta leer el índice del libro de Los Pasajes para notar la descripción de la cultura mercantil ad portas: pasajes, panoramas, exposiciones universales, interiores, calles, barricadas. Nadie hasta entonces había pensado a la cultura tan profundamente sumergida en su medio material y urbano. Este segundo tomo de Iluminaciones incluye tres ensayos: unos sobre el París del segundo Imperio, otro sobre algunos temas en Baudelaire y el tercero, el famosísimo “París, capital del siglo XIX”. Cada uno de estos ensayos descubre pistas que Benjamin procuró reconducir hacia una convergencia improbable (en el límite, imposible) en el libro no escrito sobre los pasajes de París. Cada una de estas pistas es novedosa por varios motivos: la captación de la dimensión social de la poesía de Baudelaire y de la dimensión cultural de las transformaciones materiales y urbanas; el descubrimiento (no existe otra palabra más exacta) de que ciudad y poesía moderna se implican como producciones simbólicas y se presuponen como experiencia.
El Palacio de Cristal - Adolfo Vásquez Rocca
Del Libro de Los Pasajes tenemos únicamente esbozos preliminares y una colección ordenada de fragmentos y citas. La edición de los “Apuntes y materiales” fascina quizás por eso mismo: si estuviera allí el libro terminado, en lugar de los fragmentos, todos los libros hipotéticos se habrían perdido y sólo estaría ese, realmente existente. La obra de Benjamin se hubiera cerrado quizá con un magnífico libro. Hoy queda abierta a las reconstrucciones, atravesada por la incompletitud, que es precisamente un rasgo compositivo benjaminiano.
La obra es un enigma que, al no haberse resuelto el libro, deja abiertas muchas vías que el libro terminado hubiera clausurado definitivamente. En vez de París, capital del siglo XIX, tenemos El taller de Walter Benjamin,que nos convoca a la arqueología. Pero se trata de una arqueología inversa: en lugar de reconstruir una totalidad perdida a partir de sus restos, debemos trabajar sobre las ruinas de un edificio nunca construido. ¿Sería posible aprender algo de la elección de una cita y rearmar un todo del que se conocen fragmentos dispersos y, a menudo, repetidos? ¿Qué se aprende espiando el momento privado de la escritura, antes de que ella alcance la etapa de la confrontación pública, aunque no necesariamente de la edición?
Benjamin nunca pensó que los “Apuntes y materiales” serían publicados ni que a través de su sistema de citas alguien iba a reconstruir, como se reconstruye un paisaje antiguo mediante descripciones y dibujos, su versión de París en el siglo XIX. Benjamin no pensó que nadie iba iba a redimir las ruinas de su libro, porque hasta suicidio creyó que ese libro iba finalmente a ser escrito.
Iluminaciones II, por su parte, fue condensado en la figura del flaneur, ese paseante urbano, consumidor, neurasténico y un poco dandi que, para Benjamín, sintetizaba una idea: la del anonimato en la ciudad moderna y en el mercado, espacios, espacios donde se imponen nuevas condiciones de experiencia. El volumen presenta, sin embargo, no sólo ese retrato de paseante sino una serie de subjetividades cuyo rasgo común bien podría ser una frase de Banjamin: “La difuminación de las huellas de cada uno en la multitud de la gran ciudad”. La sociedad burguesa es captada en el momento en que se pierde una forma de la vida privada, en el momento en que se rearman las relaciones entre privado y público, entre mundo de los objetos y mundo de las mercancías, entre arte original y reproducción fotográfica, entre tradición y moda.
El hábitat del ser humano no es ya ni la naturaleza en estado puro ni la casa o el domicilio, sino una organización intermedia que asegure la calidad urbana de la estancia humana.
Los espacios vitales –entendidos como estancias de cobijo– cada vez están más amenazadas, baste sólo pensar en los peligros que comporta el terrorismo no convencional6, de allí que el aire de los grandes centros urbanos sea acondicionado, filtrado, purificado. Después de la utilización de gases mortales en atentados en el metro de Tokio el aire ha perdido su inocencia y se ha transformado en un elemento amenazador. El aire y el medio ambiente forman parte de la estrategia militar de allí que el hombre necesite inmunizarse contra esos peligros. Esto acelera la construcción de esferas protectoras, sean ellas el espacio aéreo, nuestras ciudades climatizadas o nuestras oficinas y apartamentos. Nuestro mundo occidental quisiera ser un inmenso Palacio de Cristal7.
Algo parecido al ya referido Palacio de Cristal de los británicos, ese invernadero gigante y lujoso construido en Londres en 1850 para la Exposición Universal. Occidente ha reemplazado el mundo de los metafísicos por un gran espacio interior organizado por el poder adquisitivo. El capitalismo liberal encarna la voluntad de excluir el mundo exterior, de retirarse en un interior absoluto, confortable, decorado, suficientemente grande como para que no nos sintamos encerrados. Ese palacio de cristal urbano, con sus calles peatonales, sus casas con aire acondicionado, parece constituir una respuesta adecuada a ese deseo. Walter Benjamin ya lo decía en la época de la Restauración en Francia, cuando hablaba de las galerías comerciales, los Pasajes y las calles comerciales de París. Para él, construyendo esos pasajes, el régimen de Napoleón III mostró su verdadera naturaleza tratando de transformar el mundo interior en una especie de fantasmagoría: un gran salón abierto donde uno recibe el mundo sin estar obligado a salir de su casa. Para él, ése era el fantasma burgués de base: querer disfrutar de la totalidad de los frutos del mundo sin tener que salir de su casa.
Diseño Arte y moda - Antropología por Adolfo Vásquez Rocca
3.- Traumas urbanos. La ciudad y los desastres.
La reflexión acerca del impacto que producen los influjos inhibitorios y los influjos desinhibitorios en el funcionamiento de nuestra sociedad presente es desarrollada por Sloterdijk en su conferencia El Palacio de Cristal, pronunciada en el marco del debate Traumas urbanos. La ciudad y los desastres, la cual tuvo lugar en Barcelona, en el año 2004. En esta conferencia, Sloterdijk establece una articulación entre ambos tipos de influjo y otros temas que forman parte de la meditación contemporánea como el capitalismo, la globalización y el terrorismo.
Los traumas urbanos corresponden no sólo a la destrucción física, sino también a las consecuencias psicológicas de los desastres.
Sloterdijk sostiene que el terror no es más que el intento de crear molestias dentro del sistema que puedan afectar al consumismo (el terrorismo islámico sería un ejemplo de ello). "El fenómeno de la globalización nos lleva a la generalización del confort y hacia la idea de un palacio de cristal -concepto utilizado por Dostoievski para denominar el mundo occidental- que representa la vida que nos gustaría vivir, aunque mantiene una mirada hacia fuera para saber quién es su enemigo", asegura el filósofo.
Las ciudades responden de manera distinta a las catástrofes
Existe una nueva forma de terror: el urbicidio. Su objetivo es aniquilar las ciudades, lo que implica la deshumanización y la destrucción de los lugares simbólicos. El urbicidio tendría que ser definido como un crimen de guerra, pero las ciudades tienen la capacidad de adaptarse y superar la catástrofe.
Existe una larga historia de catástrofes urbanas. Muchas ciudades han desaparecido a lo largo de la historia. Pero lo que realmente se desvanece son las formas de vida de esas ciudades, ya que la vida vuelve después del desastre. Ejemplo de ello es la ciudad de Jerusalén, a la que, a pesar de las repetidas destrucciones de las que ha sido víctima, la vida ha vuelto siempre. Aun cuando hay quienes sostienen que las ciudades están muertas: sólo las vidas de sus habitantes las hacen existir. La necrópolis es la verdadera ciudad ya que "la ciudad siempre ha estado muerta y ha sido construida por los muertos".
Las ciudades se enfrentan de distintas maneras a su reconstrucción después de las catástrofes. Algunas están obsesionadas con su memoria (en Italia, por ejemplo) y necesitan recordar lo que era esa ciudad. La mejor manera de recordar las cosas es a través de rituales. El ritual es la memoria que sobrevive.
Arte, Diseño y Arquitectura por Adolfo Vásquez Rocca
4. Densidad en el Mundo Interior del Capital: Para una Teoría filosófica de la Globalización.
Sloterdijk utiliza el concepto de “densidad” para definir el estado esencial que caracteriza la convivencia en el mundo globalizado.
El rasgo distintivo de la globalidad establecida es la situación de proximidad forzosa con todo tipo de elementos. Creemos que lo más adecuado es designarla con el término topológico «densidad». Este término designa el grado de presión para la coexistencia entre un número indefinidamente grande de partículas y centros de acción. Mediante el concepto de densidad, se puede superar el romanticismo de la cercanía con el que los moralistas modernos han querido explicar la abertura del sujeto hacia el Otro8.
Diseño, Fashion, Style y Estética por Adolfo Vásquez Rocca
En El palacio de cristal Sloterdijk desarrolla una metáfora que permite describir el estado actual de la evolución económica y social, especialmente en los países desarrollados de Occidente, cuestión que profundizará en el reciente “En El Mundo Interior Del Capital: Para Una Teoría Filosófica de la Globalización”. El mundo que él denomina capitalismo integral, donde el espacio exterior es absorbido y extrapolado hacia un espacio interior completamente delineado y esquematizado. Este palacio de cristal desempeña el rol de cápsula que separa y protege a sus miembros de las amenazas del mundo exterior; en él, los consumidores pueden acceder a distintos tipos de productos provenientes de todas partes del globo sin tener que abandonar su burbuja de privilegio.
La existencia en comunidad, al interior del Palacio de cristal, acontece bajo la forma de la densidad. La globalización impone un grado enorme de cercanía, tanto material como virtual, entre los mismos consumidores y entre éstos y los artículos de consumo. Basta pensar lo que ocurre en los centros comerciales, espacios gigantescos atiborrados de tiendas y de potenciales compradores, que ofrecen infinidad de productos comerciales destinados al consumo masivo de las multitudes, o lo que sucede con Internet, a través de esta red global los seres humanos trascienden los límites impuestos por las distancias físicas y pueden comunicarse entre sí desde cualquier lugar del orbe, además las personas tienen la posibilidad de realizar toda clase de transacciones económicas sin siquiera desplazarse de su computador.
Sloterdijk El Palacio de Cristal Arte Diseño y Arquitectura por Adolfo Vásquez Rocca
Desde el punto de vista de Sloterdijk, el fenómeno de la densidad conduce a la primacía social de la inhibición sobre la desinhibición.
A causa de la densidad, la inhibición se transforma en nuestra segunda naturaleza. Allí donde se manifiesta, la agresión unilateral adopta la apariencia de una utopía que ya no se corresponde con ninguna praxis. La libertad para actuar obra entonces como un motivo de cuento de hadas procedente de la época en que la agresión aún prestaba algún servicio9.
La excesiva cercanía entre los miembros del palacio de cristal, que se expresa a través de un exorbitante nivel de densidad, tiene como consecuencias más relevantes, para el análisis que realiza Sloterdijk, la declinación de los dictados unilaterales, y la constitución hipercomunicativa de la sociedad, ambos acontecimientos confluyen para la determinación de la primacía de la inhibición.
En épocas anteriores y bajo distintas formas de organización social, los habitantes menos afortunados de una determinada comunidad debían realizar un arduo esfuerzo por satisfacer sus necesidades básicas, mientras otros, pertenecientes a clases dominantes, accedían con relativa facilidad a todo tipo de lujos. Este orden social desembocó frecuentemente en la competencia entre los miembros de un mismo estrato social, y en la lucha de las clases inferiores por obtener mejoras en su calidad de vida.
Estilo urbano, Globalización y Estado del Bienestar por Adolfo Vásquez Rocca
5.- Densidad y problemas migratorios en el Palacio de Cristal.
En la actualidad, el estadio de desarrollo que ofrece el palacio de cristal permite una considerable disminución de los inconvenientes propios de sistemas sociales más primitivos. Existen programas de protección social que permiten complacer las necesidades básicas de la mayoría de la población y la brecha económica entre los estratos sociales es menor que en sociedades menos desarrolladas.
Los habitantes contemporáneos del Palacio de Cristal llevan a cabo una vida marcada por el bienestar social, esto influye en el modo en que se interrelacionan, ya no se consideran unos a otros competidores en la batalla por la supervivencia, ni tampoco existen acentuados antagonismos entre las clases sociales que puedan dar pie a revoluciones o golpes de estado, manifestaciones unilaterales de la agresión.
La elevada densidad garantiza la resistencia permanente del entorno contra la expansión unilateral, una resistencia que desde el punto de vista cognitivo se puede calificar como entorno estimulante para los procesos de aprendizaje, puesto que los actores suficientemente fuertes en medios densos se hacen unos a otros inteligentes, cooperativos y amistosos (y, como es natural, también se trivializan entre sí). Esto es así porque se interponen efectivamente el uno en el camino del otro, y han aprendido a equilibrar intereses opuestos. Al cooperar tan sólo con las miras puestas en el reparto de beneficios, dan por supuesto que las reglas de juego de la reciprocidad también son evidentes para los demás. Es lo que Rorty llamaría “compartir una esperanza egoísta común”
Sloterdijk W. Benjamin; El Palacio de Cristal, Globalización por Adolfo Vásquez Rocca
Si bien la coexistencia en el Palacio de Cristal se desarrolla principalmente bajo las normas generales de la cordialidad y la empatía, esto no implica la ausencia de problemas de convivencia de los que hemos sido testigos – durante las últimas 3 décadas– en el escenario político internacional.
Actualmente existe un conflicto de carácter étnico en muchos de los países desarrollados. Una cantidad elevada de inmigrantes, provenientes principalmente de África, Medio-Oriente y América Latina, tanto legales como ilegales, ingresa diariamente a Europa y Estados Unidos. Esto produce serias alteraciones en el orden social. Una parte de la población residente no ve con buenos ojos la llegada de extranjeros, lo consideran una invasión al Palacio de cristal. Los ciudadanos de menos recursos afrontan este hecho con mayor malestar, en tanto son los principales afectados, ya que los inmigrantes constituyen una mano de obra más económica que compite con ellos en forma ventajosa, en la carrera por conseguir empleos de baja calificación.
Adicionalmente, este problema étnico produce otro tipo de repercusiones. El incremento progresivo de extranjeros provoca que éstos vayan adquiriendo mayor poder e influencia en la construcción de la sociedad. Los extranjeros introducen sus costumbres y su religión en el contexto general, modificando – a través de procesos de hibridación- el panorama cultural de cada país.
Dr. Adolfo Vásquez Rocca Pontificia Universidad Católica de Valparaíso - Universidad Andrés Bello
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México. – Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de 'Konvergencias', Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador– . Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado– UCM. Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Artista conceptual. Ha publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008.
COLUMNISTA DE REVISTAS Y PUBLICACIONES INTERNACIONALES, entre las que se cuentan:
A PARTE REI ISSN: 1137-8204 -Revista de la Sociedad de Estudios Filosóficos de Madrid-
NÓMADAS Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas ISSN 1578-6730 - Universidad Complutense de Madrid.
MARGEN CERO, Miembro fundador de la Asociación de Revistas Culturales de España, ISSN 1695-4807
CUENTA Y RAZÓN, Revista de la Fundación de Estudios Sociológicos (FUNDES) de Madrid, Fundada por Julián Marías, ISSN: 0211-1381
EIKASIA REVISTADEFILOSOFIA, ISSN 1885-5679 - Oviedo, España
DEBATS Revista de Filosofía y crítica cultural, ISSN 0212-0585, Institució Alfons el Magnànim, Valencia.
HETEROGÉNESIS [SWEDISH-SPANISH] _ Revista de arte contemporáneo. TIDSKRIFT FÖR SAMTIDSKONST
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Notas:
1 SLOTERDIJK, Peter, El Palacio de Cristal, Conferencia pronunciada en el marco del debate “Traumas urbanos; La ciudad y los desastres”, Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, CCCB. 2004.
2 SLOTERDIJK, Peter, Esferas III: Espumas, cap. 1, sección A, pp. 317-337.
3 Benjamin, Walter, Gesammelte Schriften, Suhrkamp, Frankfurt 1989, vol. 1, pp. 86 y 93.
4 Los ecos literarios de la estancia de Dostoievsky en Londres se encuentran en su suplemento literario de viajes “Anotaciones de invierno sobre impresiones de verano», 1863, un texto en el que el autor se burla, entre otras cosas, de los «sargentos primeros de la civilización» de Occidente, de los “progresistas de invernadero”, y expresa su angustia acerca del triunfalismo baálico del palacio de la Exposición Universal. Dostoievsky reconoce ya en la burguesía francesa la equiparación europea occidental y posthistórica entre seres humanos y poder adquisitivo: “La posesión de dinero [es] la más elevada virtud y deber del ser humano”.
5 Acerca del motivo del “capitalismo confortable”, cfr. CLAESSENS, Dieter y CLAESSENS, Karin, Kapitalismus als Kultur: Entstehung und Grundlagen der bürgerlichen Gesellschaft, Suhrkamp, Frankfurt 1979.
6 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "Peter Sloterdijk: Temblores de aire, atmoterrorismo y crepúsculo de la inmunidad", En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas - Universidad Complutense de Madrid, | Nº 17 | Enero-Junio 2008 -1º / 1 | pp. 159-168
http://www.ucm.es/info/nomadas/17/avrocca_sloterdijk3.pdf
7 Pero, aquí cabe preguntarse qué sucederá después de este gran invernadero. Porque la vida climatizada al interior del gran palacio de cristal está basada en una tecnología que no es sustentable, dado que requiere de las actuales energías fósiles. En la historia de la humanidad, el fosilismo habrá sido un episodio de apenas unos 300 años. Tenemos energías fósiles aún por 50, 100 años como máximo. En todo caso, nuestro placer ya no es el mismo: ha sido prácticamente demolido, porque las energías fósiles son sólo agradables cuando son baratas, y esa época se terminó para siempre. No volverá nunca más. Cuando todo se vuelve caro, no hay más confort, porque la democratización del lujo es imposible. Los regalos de la naturaleza se terminan allí. Ahora los hombres se preguntan cómo se pueden reemplazar esos regalos. La verdad es que el hombre detesta el trabajo. Los hombres simulan trabajar, pero trabajando sueñan con un regalo, con un tesoro que buscan en forma permanente. El trabajo es sólo una suerte de intermezzo que se acepta en espera del gran regalo. Ahora, ante el fin de las energías fósiles, el trabajo regresa como una carga insoportable.
Por lo pronto tenemos una opción, la posibilidad de implementar un gran giro hacia una tecnología que sea al mismo tiempo barata, compatible con las exigencias de la democracia y, sobre todo, abordable para los países que hoy están en la periferia. Esos pueblos aprovecharán la situación cuando las nuevas tecnologías solares estén disponibles a precios razonables. Esos nuevos recursos permitirán una estructura de civilización completamente diferente.
8 SLOTERDIJK, Peter, El Palacio de Cristal, Barcelona, 2004.
9 SLOTERDIJK, Peter, El palacio de cristal, Barcelona, 2004.
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Adolfo Vásquez Rocca
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Lic. Isaac Moctezuma Perea - Universidad Nacional Autónoma de MéxicoEn Revista Observaciones Filosóficas Nº 6, 2008 - Vásquez Rocca, Adolfo, "Peter Sloterdijk: La Constitución Hipercomunicativa del Espacio Social; La Jauría del Espectáculo y El Mundo Interior del Capital"
En KONFINES © - Voces ante el tercer milenio - Buenos Aires, 2008
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"WALTER BENJAMIN" Y "PETER SLOTERDIJK"; DE LOS 'PASAJES' AL 'PALACIO DE CRISTAL' Por Adolfo Vásquez Rocca
Adolfo Vásquez Rocca
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Vásquez Rocca, Adolfo, "Peter Sloterdijk y Walter Benjamin; Air Conditioning en el Mundo interior del Capital", En EIKASIA, Revista de Filosofía, Nº 25 - 2009, ISSN 1885-5679 - Oviedo, España, pp. 25-38
http://revistadefilosofia.com/25-04.pdf
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