domingo, 24 de diciembre de 2017

ROSTROS Y LUGARES DEL ANONIMATO. DE LA PINTURA METAFÍSICA A LA SOBREMODERNIDAD. CINE, LITERATURA Y ARTE COMBINATORIO DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA




ROSTROS Y LUGARES DEL ANONIMATO. DE LA PINTURA METAFÍSICA A LA SOBREMODERNIDAD


Rostros y lugares del anonimato


Rostros y lugares del anonimato; De la pintura metafísica a la sobremodernidad.
ZONA MOEBIUS, Revista de literatura, arte y cultura, año 5 – marzo / abril 2007 UNITED NATIONS EDUCATIONAL, SCIENTIFIC AND CULTURAL ORGANIZATION, …


- Adolfo Vásquez Rocca, "Rostros y lugares del anonimato; De la pintura metafísica a la sobremodernidad", en ZONA MOEBIUS, Revista de literatura, arte y cultura, año 5 – marzo / abril 2007 UNITED NATIONS EDUCATIONAL, SCIENTIFIC AND CULTURAL ORGANIZATION, UNESCO.
El arte contemporáneo es transido por el problema de la identidad, por la condiciones de nuestra inaccesibilidad. La historia del retrato occidental está dividida entre un retrato inocente y fiel que goza del rostro representándolo en la forma clásica, y un retrato que apuesta más bien a los recursos expresivos de la pintura, al gesto y la mancha, que no sabe o no quiere representarlo. El rostro mismo ha desaparecido de la pintura moderna y con él, todos los reconocimientos y filiaciones con la tradición aristocratizante de las Bellas Artes, donde el retrato era el modo de perpetuar el prestigio, la celebridad, la posición o la belleza de las damas y los señores de la corte.
El arte contemporáneo desde Bacon, con una sensibilidad desgarrada, propia de la pintura del desastre, inscribe su intimidad sobre la piel de figuras innombrables, de planos abstractos y objetos autistas, desheredados de una tradición académica tributaria de los estilos precedentes. Ahora es el retrato mismo del pintor el que se trasunta y queda inscrito en la superficie de sus telas, la cual opera como espejo de su pasión, de su encanto o de su furia. Sobre esta superficie especular no se inscribe el nombre del pintor, sino el clamor de mil voces que lo constituyen.

CINE, LITERATURA Y ARTE COMBINATORIO. ENSAYOS SOBRE LA POSTMODERNIDAD: PERÈC, GREENAWAY Y ARONOFSKY


En los últimos años las expresiones narrativas como el cine y la literatura han sufrido grandes cambios en su estructuración; la utilización de la no linealidad como recurso para contar historias le ha aportado un nuevo aire a la narrativa interesando a un nuevo público en la complejidad de este tipo de relatos. Sin embargo, esta aparición no es algo tan reciente, aunque ha sido impulsada por el advenimiento de los medios electrónicos, los sistemas multimediales así como por el hipertexto e influenciada por los descubrimientos de la física cuántica que replantean las estructuras espacio temporales y han abierto, con ello, la posibilidad de nuevas estructuras narrativas, que siguen lógicas paraconsistentes o se articulan de acuerdo a la imaginería con que la lógica modal y sus semántica de mundos posibles –pensemos en Kripke– resuenan en autores tan importantes del cine postmoderno, como Raúl Ruiz 1 o Peter Greenaway, quienes en una filmografía claramente de tesis se han prodigado para poner en operación estos nuevos dispositivos retóricos, generadores no sólo de nuevas historias o relatos, sino de nuevas formas en que estas se articulan, pasando, por momentos, la articulación a tener más importancia que lo articulado, de allí que se pueda decir con propiedad que estamos ante un cine formal, esto en el mismo sentido de cómo se habla de lógica formal.
En la filmografía del británico Peter Greenaway es recurrente la articulación de narraciones a partir de números, conjuntos, medidas y proporciones. Su intento es el de hacer un cine de tesis, un cine de ideas, en el cual la pintura, la literatura y las matemáticas sean los ejes que determinen su poética. En este arte combinatorio en el que Greenaway convierte el cine es frecuente la utilización de diversos medios y técnicas digitales, así como de intrincados dispositivos narrativos, los que son –en último término– bellos ejercicios de rigor formal, un rigor frecuentemente impuesto por un sistema abstracto, como el alfabeto o los cardinales mensurables; es a esto lo que en mi investigación denomino la estética de la lógica.

Nómadas. Critical Journal of Social and Juridical Sciences > Vol 11, No 1 (2005) > ISSN-e 1578-6730 © 2017. Universidad Complutense de Madrid







LA FOTOGRAFÍA Y LAS FORMAS DEL OLVIDO;
DEL FUROR DE LA IMAGEN AL FRENESÍ DE LO REAL
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por
Adolfo Vásquez Rocca
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1.- De la Fragmentación del mundo al «momento Kodak»
La fotografía explica el estado del mundo en nuestra ausencia. El objetivo de la cámara explora esta ausencia. El patetismo de esta imagen es la de un universo de la que se ha retirado el sujeto.
El sujeto no es más que el agente de la aparición irónica de las cosas, el actuario de su puesta en escena. La imagen es, por excelencia, el médium de la publicidad gigantesca que se hace el mundo, que se hacen los objetos, forzando a nuestra imaginación a borrarse, a nuestras pasiones a extrovertirse, rompiendo el espejo que le ofrecíamos para capturarlas.
Mediante la imagen el mundo impone su discontinuidad, su fragmentación, su amplificación, su instantaneidad artificial. En dicho sentido, la imagen fotográfica es la más pura porque no simula el tiempo ni el movimiento —como el cine, por ejemplo— sino que se ciñe al más riguroso irrealismo. La intensidad de la imagen es proporcional a su discontinuidad y a su abstracción, es decir, a su idea preconcebida de denegación de lo real [3].


La fotografía pareciera —de este modo— liberar a lo real de su principio de realidad, liberar al otro del principio de identidad y arrojarlo a la extrañeza. Más allá de la semejanza y de la significación forzada, más allá del «momento Kodak» [4], la reversibilidad es esta oscilación entre la identidad y el extrañamiento que abre el espacio de la ilusión estética, la des-realización del mundo, su provisional puesta entre paréntesis.
 
2.- Retratos, rostros, «no lugares» y figuras del anonimato [5]
 
Las galerías modernas ya no exhiben retratos, sólo figuras desenfocadas. No es posible discernir los nombres ni el lugar donde posan los personajes pintados, mucho menos sus familias de procedencia; en la mayoría de los casos irradian una identidad velada. Los rostros se funden con el cuerpo en siluetas anónimas y se difuminan entre toilettes y luces de neón, desaparecen en la bruma, se esfuman al despuntar el alba, se repliegan en los fundidos de una biografía anodina. Nada digno de ser contado. Ningún lugar reconocible a partir de esas enormes plazas públicas de Giorgio de Chirico [6], donde maniquíes aislados cobijan el secreto de la identidad urbana; ninguna distinción relevante entre el espíritu íntimo y las formas de la exterioridad, en las ciudades nocturnas de Paul Delvaux [7] donde uniformados funcionarios trabajan imper- turbables entre mujeres desnudas.
Los cuadros modernos están llenos de rostros sin perfiles, son los espacios del anonimato [8]. En nuestra sociedad de la masificación, en la que la mayoría de las personas portan el rostro del anonimato, en calidad de sujetos estadísticos, el espacio público se comporta no como un espacio social, determinado por estructuras y jerarquías, sino como un espacio en muchos sentidos protosocial, un espacio previo a lo social al tiempo que su requisito, premisa escénica de cualquier sociedad. El espacio público es aquél en el que el sujeto que se objetiva, que se hace cuerpo, que reclama y obtiene el derecho de presencia, se nihiliza, se convierte en una nada ambulante e inestable. Ese cuerpo lleva consigo todas sus propiedades, tanto las que proclama como las que oculta, tanto las reales como las que simula, las de su infamia como las de su honra, y con respecto a todas esas propiedades lo que reclama es la abolición tanto de unas como de otras, puesto que el espacio en que ha irrumpido es anterior y ajeno a todo esquema fijado, a todo lugar, a todo orden establecido. Quien se ha hecho presente en el espacio público ha desertado de su sitio y transcurre por lo que por definición es una tierra de nadie, ámbito de la pura disponibilidad, de la pura potencia, de la posibilidad como del riesgo, territorio huidizo —la calle, el vestíbulo de estación, la playa atestada de gente, el pasillo que conecta líneas de metro, el bar, la grada del estadio— en el más radical anonimato de la aglomeración, donde el único rol que le corresponde es el de tan solo circular. Ese espacio cognitivo que es la calle obedece a pautas que van más allá —o se sitúan antes—, de las lógicas institucionales y de las causalidades orgánico-estructurales, trascienden o se niegan a penetrar el sistema de las clasificaciones identitarias, dado que se auto-regulan a partir de un repertorio de negociaciones y señales autómatas [9]. Las relaciones de tránsito consisten en vínculos ocasionales entre «conocidos» o simples extraños, con frecuencia en marcos de interacción mínima, en el límite mismo de no ser relación en absoluto. Aquí se está librado a los avatares de la vida pública, entendida como la serie de interacciones casuales, espontáneas, consistentes en mezclarse durante y por causa de las actividades ordinarias. Las unidades que se forman surgen y se diluyen continuamente, siguiendo el ritmo y el flujo de la vida diaria, lo que causa una trama inmensa de interacciones efímeras que se entrelazan siguiendo reglas explícitas, pero sobre todo latentes o inconscientes. Los protagonistas de la interacción transitoria no se conocen, no saben nada el uno del otro, y es en razón de esto que aquí se gesta la posibilidad de albergarse en el anonimato, en esta especie de película protectora que hace de su auténtica identidad, de sus secretos que lo incriminan o redimen, o de igual forma, de sus verdaderas intenciones, como terrorista, turista, misionero o emigrante, un arcano para el otro.



 

Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México. – Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de 'Konvergencias', Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador– . Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado– UCM. Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Artista conceptual. Ha publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008.