domingo, 18 de marzo de 2012

FOUCAULT: UNA GENEALOGÍA DE LO MONSTRUOSO Y LA VERDAD EN LAS FORMAS JURÍDICAS; NIETZSCHE Y LA GENEALOGÍA POR ADOLFO VASQUEZ ROCCA




 
FOUCAULT; 'LOS ANORMALES', UNA GENEALOGÍA DE LO MONSTRUOSO. APUNTES PARA UNA HISTORIOGRAFÍA DE LA LOCURA

  

 Dr. Adolfo Vásquez Rocca

 Universidad Complutense de Madrid







Resumen:


El presente artículo busca dar cuenta del concepto de anormal desarrollado por Foucault y sus alcances médicos, jurídicos y políticos. Dictado en el Collège de France entre enero y marzo de 1975, el curso sobre Los Anormales prolonga los análisis que Michel Foucault consagró desde 1970 a la cuestión del saber y el poder; poder disciplinario, poder de normalización, biopoder. A partir de múltiples fuentes teológicas, jurídicas y médicas, Foucault enfoca el problema de esos individuos 'peligrosos' a quienes, en el siglo XIX, se denomina 'anormales'. Define sus tres figuras principales - los monstruos, que hacen referencia a las leyes de la naturaleza y las normas de la sociedad, los incorregibles, de quienes se encargan los nuevos dispositivos de domesticación del cuerpo, y los onanistas, que dan pábulo, desde el siglo XVIII, a una campaña orientada al disciplinamiento de la familia moderna.
La presente investigación se aboca, asimismo, a las transformaciones de la pericia psiquiátrica en materia penal, desde los grandes casos de monstruosidad criminal hasta el diagnóstico de los delincuentes 'anormales'.
A partir de múltiples fuentes teológicas, jurídicas y médicas, Foucault, como se verá,  enfoca el problema de esos individuos 'peligrosos' a quienes, en el siglo XIX, se denomina 'anormales'. Define sus tres figuras principales - los monstruos, que hacen referencia a las leyes de la naturaleza y las normas de la sociedad, los incorregibles, de quienes se encargan los nuevos dispositivos de domesticación del cuerpo, y los onanistas, que dan pábulo, desde el siglo XVIII, a una campaña orientada al disciplinamiento de la familia moderna. Los análisis de Foucault toman como punto de partida los peritajes médico legales que aún se practicaban en la década de 1950.
Para esbozar luego una arqueología del instinto y el deseo, a partir de las técnicas utilizadas en la confesión y en la dirección de conciencia.



Palabras clave:

Anormal, monstruo, incorregible, locura, biopolítica,  psiquiatría, jurídico, política, medicina, clínica, encierro, hospital, anti-psiquiatría, domesticación, sexualidad.

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MICHEL FOUCAULT
Nietzsche, la genealogía y la historia
de “Nietzsche, la Genealogie, L’Historie” en “Hommage a Jean Hyppolite”. Ed. PUF, Paris 1971




1.-  La historia de la locura en la época clásica; la constitución de la psiquiatría como saber e higiene del cuerpo social.


En la obra de Foucault no sorprende hallar un interés “histórico”, así como una fascinación “romántica”, por las zonas marginales de la sociedad. En efecto, su mirada, tras haberse detenido en la locura, y después en la cárcel, la criminalidad y la delincuencia, se vuelve hacia la sexualidad. “Foucault había instalado su observatorio en las zonas del ser viviente donde las distinciones tradicionales del cuerpo y del espíritu, del instinto y de la idea, parecen absurdas: la locura, la sexualidad, el crimen. Desde allí su mirada giraba como el haz de luz de un faro y se posaba sobre la historia y sobre el presente, dispuesta para los descubrimientos menos tranquilizadores”2.

El tranquilo sueño de la razón no dejará de generar monstruos. Monstruos que son consecuencia de la domesticación, del conformismo y de la seguridad garantizada por el ejercicio del poder. Foucault dará una doble función a este ejercicio: En primer lugar, una anátomo-política del cuerpo humano que obedece a la mecánica de las disciplinas. El principal objetivo de ellas es la comprensión del cuerpo como máquina. Estos procedimientos intentan conseguir docilidad política y utilidad económica de los individuos. En segundo lugar, destaca una biopolítica de la población. En este caso se considera al cuerpo individual en tanto forma parte de la especie. Esta operación queda a cargo de una serie de intervenciones y controles reguladores del individuo en tanto partícipe de los avatares propios de la especie humana: nacimiento, muerte, migración, reproducción, etc. Por lo tanto, el cuerpo es considerado como soporte de los procesos biológicos. Los mecanismos de poder ya no tienen allí por objeto la muerte, sino actúan como administradores de la vida. Las disciplinas del cuerpo y las regulaciones de la población constituyen los dos polos alrededor de los cuales se desarrolló la organización del poder sobre la vida.


La microfísica del poder, como la genealogía de lo monstruoso requieren ser complementadas por la exposición que Foucault hace de la historia de la locura en la época clásica, y en particular, por el desarrollo de la psiquiatría como disciplina normativa e inquisidora.

La psiquiatría, tal como se constituyó entre fines del siglo XVIII y principios del XIX, sobre todo, no se caracterizó como una especie de rama de la medicina general. La psiquiatría funciona –a principios del siglo XIX y ya avanzado éste, quizás hasta alrededor de 1850– no como una especialización del saber o la teoría médica, sino mucho más como una rama especializada de la higiene pública. Antes de ser una especialidad de la medicina, la psiquiatría se institucionalizó como dominio particular de la protección social, contra todos los peligros que pueden venir de la sociedad debido a la enfermedad o a todo lo que se puede asimilar directa o indirectamente a ésta. La psiquiatría se institucionalizó como precaución social, como higiene del cuerpo social en su totalidad nunca hay que olvidar que la primera revista en cierto modo especializada de la psiquiatría en Francia fue los “Annales d'hygiène” 3 publique. Es una rama de la higiene pública y, por consiguiente, habrán de darse cuenta de que la psiquiatría, para poder existir como instrumento del saber, es decir, como saber médico fundado y justificable, tuvo que efectuar dos codificaciones simultáneas. En efecto, por una parte debió codificar la locura como enfermedad; tuvo que patologizar los desórdenes, los errores, las ilusiones de la locura; fue preciso llevar a cabo análisis (sintomatología, nosografía, pronósticos, observaciones, historiales clínicos, etcétera) que aproximaran lo más posible esa higiene pública, e incluso la precaución que estaba encargada de asegurar, al saber médico y, en consecuencia, permitieran el funcionamiento de ese sistema de protección en nombre de este saber. Pero, por otra parte, podrán advertir que fue necesaria una segunda codificación, simultánea de la primera. Al mismo tiempo hubo que codificar la locura como peligro, como esencialmente portadora de riesgos y, por ello, la psiquiatría, en la medida en que era el saber de la enfermedad mental podía funcionar efectivamente como la higiene pública. En términos generales, la psiquiatría, por un lado, hizo funcionar toda una parte de la higiene pública como medicina y, por el otro, hizo funcionar el saber, la prevención y la curación eventual de la enfermedad mental como precaución social, absolutamente necesaria si se querían evitar cierta cantidad de peligros fundamentales y ligados a la existencia misma de la locura4.

Esa doble codificación va a tener una muy prolongada historia a lo largo del siglo XIX. Puede decirse que los tiempos fuertes de la historia de la psiquiatría en ese siglo, pero también en el siglo XX, se producirán justamente cuando las dos codificaciones estén efectivamente ajustadas, o bien cuando haya un único tipo de discurso, un único tipo de análisis, un único cuerpo de conceptos, que permitan constituir la locura como enefermedad y percibirla como peligro. Así, al comienzo del siglo XIX, la noción de monomanía va a permitir clasificar dentro de una gran nosografía de tipo perfectamente médico (en todo caso, completamente isomorfo a todas las otras nosografías médicas) y, por lo tanto, codificar dentro de un discurso morfológicamente médico toda una serie de peligros. De tal modo, encontraremos la descripción clínica de algo que será la monomanía homicida o la monomanía suicida. De igual manera, dentro de la psiquiatría, el peligro social se codificará como enfermedad. A causa de ello, la psiquiatría podrá funcionar efectivamente como ciencia médica encargada de la higiene pública. Asimismo, en la segunda mitad del siglo XIX, encontraremos una noción tan masiva como la monomanía, que en cierto sentido desempeña el mismo papel con un contenido muy diferente: la de degeneración5. Con ella tenemos una manera determinada de aislar, recorrer y recortar una zona de peligro social y darle, al mismo tiempo, un status de enfermedad, un status patológico. También podemos preguntarnos si la noción de esquizofrenia no cumple el mismo papel en el siglo XX6.  En la medida en que algunos la entienden como enfermedad que se cofunde con toda nuestra sociedad, este discurso sobre la esquizofrenia es claramente una manera de codificar un peligro social como enfermedad. Lo que reencontramos, así, a lo largo de esos tiempos fuertes o, si lo prefieren, de esos conceptos débiles de la psiquiatría, es siempre la función de higiene pública, cumplida por ella7.




2.-  La Psiquiatría –como disciplina reguladora de la 'normalidad'–  y el Psicoanálisis como  tecnología de corrección y normalización de la economía de los instintos.


Al margen de estas codificaciones generales, es necesario puntualizar que la psiquiatría necesitó y no dejó de mostrar el carácter –específicamente– peligroso del loco en cuanto tal, esto es, que desde el momento mismo en que empezó a funcionar como saber y poder dentro del dominio general de la higiene pública, de la protección del cuerpo social, la psiquiatría siempre procuró reencontrar el secreto de los crímenes que amenazan habitar cualquier locura, el núcleo de la locura que, sin duda anida en todos los individuos que pueden llegar a ser peligrosos para la sociedad. Fue, pues preciso que la psiquiatría, para funcionar como disciplina  reguladora de la 'normalidad', a partir de la cual se organiza el poder sobre la vida, estableciera la pertenencia esencial y fundamental de la locura al crimen y del crimen a la locura. Esta pertenencia es absolutamente necesaria y una de las condiciones de constitución de la psiquiatría como rama de la higiene pública. De modo tal que la psiquiatría procedió efectivamente a realizar dos grandes operaciones. Una, dentro del hospicio, la operación que consiste en erigir un análisis de la locura que se desplaza con respecto al análisis tradicional y en el cual ya no surge que aquélla tiene por núcleo esencial el delirio sino la irreductibilidad, la resistencia, la desobediencia, la insurrección, literalmente, el abuso de poder como forma nuclear. Puede notarse que para la psiquiatría del siglo XIX, el loco siempre es alguien que se cree rey, es decir, que exalta su poder contra y por encima de cualquier poder establecido, ya sea el de la institución o el de la verdad.  Por lo tanto, en el interior mismo del hospicio, la psiquiatría funciona claramente como la detección o, mejor, la operación por medio de la cual se une a todo diagnóstico de locura la percepción de un `peligro posible. Pero, inclusive al margen del hospicio, me parece que tenemos un proceso más o menos del mismo tipo, es decir que en su exterior la psiquiatría siempre procuró –en todo caso, en el siglo XIX, de una manera particularmente intensa y crispada, porque de lo que se trataba, en el fondo, era de su constitución misma– detectar el peligro que acarrea consigo la locura, aun cuando sea una locura moderada, inofensiva o apenas perceptible. Para justificarse como poder y ciencia de la higiene pública y de la protección social, la medicina mental debe mostrar que es capaz de advertir, aun donde nadie más puede verlo todavía, cierto peligro; y tiene que mostrar que, si puede hacerlo, es en la medida en que es un conocimiento médico.
La psiquiatría se dió a si misma esta especie de prueba e reconocimiento de su realeza, prueba de reconocimiento de su soberanía, su poder y su saber: yo soy capaz de identificar como enfermedad, de encontrar signos en aquello que, sin embargo, nunca se señala.
La irrupción de un objeto o, mejor, de todo un ámbito de nuevos objetos, toda una serie de elementos que, además van a ser nombrados, descriptos, analizados y, poco a poco, integrados o, más bien, desarrollados dentro del discurso psiquiátrico del siglo XIX. Se trata de los impulsos, las pulsiones, las tendencias, las inclinaciones, los automatismos; en suma, todas las nociones, todos lo elementos que, a diferencia de las pasiones de la edad clásica, no se ordena según una representación primera sino que, al contrario, lo hacen según una dinámica específica, con respecto a la cual las representaciones, las pasiones, los afectos, ocuparán una posición secundaria, derivada o subordinada. En el caso de Henriette Cornier vemos el mecanismo por el cual se opera la invención de un acto, cuyo escándalo jurídico, médico y moral obedecía a que no tenía razón y planteaba a la medicina y al derecho cuestiones específicas, en la medida en que era presuntamente de la incumbencia de una dinámica del instinto. Del acto sin razón se pasa al acto instintivo.
Ahora bien, esto sucede en la época en que Geoffroy Saint-Hilaire mostraba que las formas mosntruosas de ciertos individuos no eran nunca otra cosa que un juego perturbado de las leyes naturales8.  En esa misma época, la psiquiatría legal, en referencia a cierta cantidad de casos  –entre los cuales el de Henriette Cornier era con seguridad el más puro e interesante–, estaba descubriendo que los actos mosntruosos, es decir, sin razón, de algunos criminales en realidad se producían no simplemente a partir de la laguna que señala la ausencia de razón, sino por cierta dinámica mórbida de los instintos. Cuando digo "descubrimiento", sé que no es la palabra adecuada, pero no me intereso en él sino en las condiciones de la posibilidad de la aparición, la construcción, el uso reglado de un concepto dentro de una formación discursiva. Importancia de ese engranaje a partir del cual la noción de instinto va a poder aparecer y formarse; pues el instinto será, desde luego, el gran vector del problema de la anomalía, e incluso el operador por medio del cual la mosntruosidad criminal y la simple locura patológica van a encontrar su principio de coordinación. A partir del instinto, toda la psiquiatría del siglo XIX va a poder devolver a los ámbitos de la enfermedad y la medicina mental todos los trastornos, todas las irregularidades, todos los grandes trastornos y las pequeñas irregularidades de la conducta que no competen a la locura propiamente dicha9..
Toda la inscripción de la psiquiatría en la patología evolucionista, toda la inyección de la ideología evolucionista en la psiquiatría ya no podrán hacerse en absoluto a partir de la vieja noción de delirio, sino de esta noción de instinto. Todo esto será posible desde el momento en que el instinto pase a ser el gran problema de la psiquiatría. Y finalmente, en los últimos años del siglo XIX, la psiquiatría va a quedar enmarcada por dos grandes tecnologías, como bien lo saben que, por un lado la bloquearán y, por el otro, la reactivarán. Por una parte, la tecnología eugénica, con el problema de la herencia, la purificación de la raza y la corrección del sistema instintivo de los hombres mediante una depuración racial. Tecnología del instinto: esto fue el eugenismo desde sus fundadores hasta Hitler10. Por otra parte, frente a la eugénica tenemos la otra gran tecnología de los instintos, el otro gran medio que se propuso simultáneamente, en una sincronía que es muy notable, la otra gran tecnología de corrección y normalización de la economía de los instintos, que es el psicoanálisis11. 

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3.- 'Los Anormales': Curso de Foucault en el Collège de France

En Los Anormales12 curso dictado en el Collège de France entre enero y marzo de 1975, Michel Foucault prolonga los análisis en torno a las relaciones entre el saber y el poder –tal como aparecerá en sus investigaciones sobre el origen y la naturaleza de la Institución psiquiatríca: poder disciplinario, poder de normalización, bio-poder. A partir de múltiples fuentes teológicas, jurídicas y médicas, Foucault enfoca el problema de esos individuos 'peligrosos' a quienes, en el siglo XIX, se denomina 'anormales'. Define sus tres figuras principales: los monstruos, que hacen referencia a las leyes de la naturaleza y las normas de la sociedad, los incorregibles, de quienes se encargan los nuevos dispositivos de domesticación del cuerpo, y los onanistas, que dan pábulo, desde el siglo XVIII, a una campaña orientada al disciplinamiento de la familia moderna, vinculado con las nuevas relaciones entre sexualidad y organización familiar. El control tradicional de las relaciones prohibidas (adulterio, incesto, sodomía, bestialismo) se reduplica entonces con el control de las tribulaciones de la concupiscencia. La cruzada contra la masturbación13, propia del discurso higienista, establece una vinculación fabulatoria entre el uso sexual del propio cuerpo, los trastornos orgánicos y el debilitamiento del sistema nervioso. La reflexión sobre la sexualidad infantil y la importancia de la phantasía devienen el instrumento preparatorio de lo que se catalogará poco después como “aberraciones sexuales”14.

Los dispositivos de disciplinamiento corporal demuestran dejar así lugar a una biopolítica acorde con las posibilidades y demandas de un mercado global, que promueve el goce al cénit de los ideales de la cultura. Aunque, para los psicoanalistas, no se trate tanto de Foucault como de Freud15.

Los análisis de Foucault toman como punto de partida las pericias médico legales que aún se practicaban en la década de 1950. Esboza a continuación una arqueología del instinto y el deseo, a partir de las técnicas de la revelación en la confesión y la dirección de conciencia. Plantea de ese modo las premisas históricas y teóricas de trabajos que retomará, modificará y reelaborará en su enseñanza en el Collège de France y en las obras ulteriores. Este curso representa, por lo tanto, un elemento esencial para seguir las investigaciones de Foucault en su formación, sus prolongaciones y sus desarrollos16.  Trátese de la locura, la clínica o el encierro, todo ello participa de una ecología epocal que posee su lengua propia. La constitución de un campo histórico-político se enfrenta al estilo de la trascendencia. Y ya que esta trascendencia plantea la elaboración sistemática de una teorética específica, la anormalidad no es tanto la medida de un movimiento institucional (médico o jurídico) cuanto un signo indiscutible de su desborde.


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4.-  El monstruo humano: mixtura entre lo imposible y lo prohibido.

La primera de las figuras de lo que Foucault llama el monstruo humano es el que trasgrede la ley.  El monstruo humano, vieja noción cuyo marco de referencia es la ley;  pero en sentido amplio, porque no sólo se trata de las leyes jurídicas, sino también de las leyes de la naturaleza; el campo de aparición del monstruo es así un dominio jurídico biológico.17 Un juego y un deslinde nunca controlado ni demarcado del todo, entre la excepción de naturaleza y la infracción al derecho. Éstas dejan de superponerse sin dejar de actuar una con respecto a la otra. La distancia natural con respecto a la naturaleza modifica los efectos jurídicos de la transgresión y, sin embargo, no los borra por completo; no remite lisa y llanamente a la ley, pero tampoco la suspende; la entrampa y suscita efectos, desencadena mecanismos, exige instituciones parajudiciales y marginalmente médicas. Pudo estudiarse en ese sentido la evolución de la pericia médica legal en materia penal, desde el acto monstruoso problematizado a comienzos del siglo XIX (con los casos Cornier, Léger y Papavoine) hasta la aparición de la noción de individuo peligroso a la que es imposible atribuir un sentido médico o un status jurídico, no obstante lo cual es la noción fundamental de las pericias contemporáneas18.

El monstruo hace su aparición en un dominio jurídico-biológico representando, en su excepcionalidad, una doble infracción, al trastocar tanto las leyes de la naturaleza como las regularidades jurídicas. La monstruosidad supone una doble individualidad, la mezcla de dos reinos: el animal y el humano; de dos especies (el cerdo con cabeza de carnero); de dos individuos (un cuerpo con dos cabezas, dos cuerpos no separables); de dos sexos (el hermafrodita); de la vida y la muerte (el feto malformado que sobrevive poco tiempo).  Constituye, por consiguiente, una transgresión de los límites naturales, de las clasificaciones, del marco legal, trastornando las leyes del matrimonio, los cánones del bautismo, las reglas de sucesión.

El monstruo en su existencia y su forma, no sólo viola el pacto cívico, sino también de las leyes de la naturaleza-.  El campo de aparición del monstruo, por lo tanto, es un dominio al que puede calificarse de jurídico, biológico y plástico. La figura de un ser mitad hombre mitad bestia (privilegiada sobre todo en la Edad Media), las individualidades dobles (valorizadas sobre todo en el Renacimiento), los hermafroditas (que suscitaron tantos problemas en los siglos xvii y xviii) representan bien históricamente las figuras arquetípicas de esa doble infracción.

Por otra parte, el monstruo aparece en este espacio como un fenómeno extremo, límite, el punto de derrumbe de la ley y, al mismo tiempo, de la salud y lo natural. El monstruo es así excepcional, precisamente por su rareza, por su carácter de curiosidad de feria; lo que hace que un ser humano sea un monstruo no es sólo la excepción que representan en relación a la forma de la especie, sino el problema que plantea a las regularidades jurídicas (se trate de las leyes del matrimonio, de los cánones de bautismo o de las reglas de la sucesión). El monstruo humano combina lo imposible y lo prohibido.

Sólo unos años antes, el monstruo moral había saltado a la luz con Sade19 y otros escritores  malditos, y paralelamente el monstruo jurídico –,ejemplificado en Luis XVI– había sido codificado desde 1789 con la denuncia revolucionaria del despotismo. Pero luego, en la época de la reacción antijacobina, el monstruo se convertirá en su opuesto, corresponderá a quien rompe el pacto social "eterno": la masa, la peligrosa multitud. Y "va a ser precisamente la imagen invertida del monarca sanguinario". La monstruosidad se banaliza, se amplía y se hace cotidiana. El cuerpo social que resulta del nuevo orden burgués será sometido a examen, a lo largo del siglo XIX, y se hace una constante criba, tanto por arriba, en la familia dirigente y triunfadora, como por abajo, en el proletariado más o menos en ciernes. Y dentro de esa criba propia de un nuevo arte de gobernar -que tratará de higienizar y de ahormar la "nación"-, va a cobrar peso la nueva medicalización, por ejemplo, la psiquiátrica moderna.

De momento, dice Foucault, la psiquiatría interviene desde una especie de posición subordinada en relación con las otras instancias de control: respecto de la familia y respecto del encierro en las correccionales. En el siglo XIX, según se ha estudiado desde hace años, el terreno privado, la familia, se convierte en un modo de gobernar en Europa; la familia se encarga de poner en marcha las misiones del Estado, haciendo de mediadora entre éste (débil aún por entonces) y los individuos, y adquiriendo así una categoría política nueva y poderosa, en la que el padre, el caput familiae, tiene una posición decisiva: ahí enlazaría Foucault la nueva relevancia del incesto y de la insólita preocupación por el onanismo que produce una vociferante bibliografía y un debate monótono durante décadas.



5.-  El "monstruo" y la genealogía de lo 'anormal'.


El monstruo, desde la Edad Media hasta el siglo XVIII, era esencialmente lo mixto, la mezcla de formas, lo defectuoso, lo que está en el límite de lo natural. Pero el desorden de la naturaleza –y de la sociedad fundida con la naturaleza–, así perfilado por Foucault, pierde su interés como enigma caótico, y se produce a finales de la Ilustración el paso del "monstruo" a la figura del "anormal": ya no se resaltará la idea de hibridez, de mezcla de lo que debería estar separado por naturaleza, sino que la mosntruosidad, en vías de domesticación, será simplemente una irregularidad, y sobre todo una desviación. Desde el año 1825, en esa línea, va a brotar el problema de la conducta irregular, de la criminalidad monstruosa.
La criminalidad monstruosa estará en un límite difuso abierta a equívocos como el existente entre la excepción de la naturaleza y la infracción del derecho. Ambas dejan de superponerse sin dejar de interrelacionarse. La distancia existente entre lo "natural" y la "naturaleza" modifica los efectos jurídicos de la transgresión, pese a que sin embargo no los borra completamente del todo; dicha distancia no reenvía pura y simplemente a la ley pero tampoco la ignora, más bien la engaña suscitando efectos, desencadenando mecanismos, exigiendo la existencia de instituciones parajudiciales y marginalmente médicas. Se ha podido estudiar en este sentido la evolución de los exámenes periciales médico-legales en materia penal, desde el acto "monstruoso" problematizado a comienzos del siglo xix.20
El monstruo es, en el fondo, la casuística necesaria que el desorden de la naturaleza exige en el derecho. Es así que el monstruo, el ser en quien leemos la mezcla de dos reinos, la presencia del animal y la de la especie humana, se constituye en un enigma y una perplejidad en tanto que nos remite a una infracción del derecho humano y el derecho divino.


Así en esta genealogía de lo anormal va a hacer su aparición la figura del individuo "peligroso" –al cual es imposible darle un sentido médico o un estatuto jurídico– y que no obstante es la noción fundamental de los peritajes contemporáneos. Al plantear hoy a la medicina la pregunta en sí misma insensata: ¿es peligroso este individuo? (pregunta que contradice un derecho penal fundado en la sola condena de los actos y postula una relación de implicación mutua y de naturaleza entre enfermedad e infracción), los tribunales están prolongando –a través de transformaciones que se trata de analizar– los equívocos de los viejos monstruos seculares.


6.-   El incorregible y la 'interdicción'.


El monstruo es la excepción por definición; el individuo a corregir es –en cambio– un fenómeno corriente. Tan corriente que presenta –y ésa es su primera paradoja– la característica de ser, en cierto modo, regular en su irregularidad. Por consiguiente, a partir de ahí también van a desplegarse toda una serie de equívocos. En primer lugar, esto: en la medida en que el individuo a corregir es muy frecuente, en la medida en que está inmediatamente próximo a la regla, siempre va a ser muy difícil determinarlo. Está tan exactamente en el límite de la indecidibilidad que difícilmente se podrá demostrar efectivamente que el individuo es incorregible.

Otro equívoco es que, en el fondo, la persona que hay que corregir se presenta en ese carácter en la medida en que fracasaron todas las técnicas, todos los procedimientos, todas las maneras conocidas y familiares de domesticación mediante los cuales se pudo intentar corregirla. Lo que define al individuo a corregir, por lo tanto, es que es incorregible. Y sin embargo, paradójicamente, el incorregible, en la medida misma en que lo es, exige en torno de sí cierta cantidad de intervenciones específicas, de sobreintervenciones con respecto a las técnicas conocidas y familiares de domesticación y corrección, es decir, una nueva tecnología de recuperación, de sobrecorrección. De manera que alrededor de este individuo a corregir, vemos dibujarse una especie de juego entre la incorregibilidad y la corregibilidad. Se esboza un eje de la corregible incorregibilidad, donde más adelante, en el siglo XIX, vamos a encontrar precisamente al individuo anormal. Ese eje va a servir de soporte a todas las instituciones específicas para anormales, que se desarrollarán en el siglo XIX. Monstruo empalidecido y trivializado, el anormal de ese siglo es igualmente un incorregible, un incorregible a quien se va a poner en medio de un aparato de corrección.

El individuo a corregir. Es un personaje más reciente que el monstruo. Es menos correlativo a los imperativos de la ley y de las formas canónicas de la naturaleza que a las técnicas de encauzamiento con sus exigencias propias. La aparición del 'incorregible' es contemporánea a la puesta en práctica de las técnicas de disciplina a la que se asiste durante los siglos XVII y XVIII en el ejército, las escuelas, los talleres, e incluso, un poco más tarde, en las familias mismas. Los nuevos procedimientos de encauzamiento (dressage) del cuerpo, del comportamiento, de las aptitudes, abren el problema de aquellos que escapan a esta normatividad que ya no es la soberanía de la ley21.

Así, según Foucault, el 'incorregible' surge luego del monstruo, tras la introducción de técnicas disciplinarias como las del ejército, las escuelas y lugares de trabajo, así como los procesos de domesticación del cuerpo y del comportamiento. Entra el asunto de la prohibición, como método de descalificación del individuo, para luego desatarse sin medida en la práctica del encierro. Es por esta razón que no queda claro en qué momento la locura y los problemas judiciales del comportamiento forman un solo sistema a corregir.

Ahora el “incorregible” encuentra en nuestra época una expansión notable. Podría incluirse en este ítem las malas practicas,  los “malos hábitos” en el consumo de 'sustancias', incluyendo la drogodependencia, las toxicomanías, y toda suerte de conductas adictivas, así como las generalizadas formas de criminalidad (desde el hurto al robo a mano armada, la agresión inmotivada, el vandalismo, el asesinato impulsivo), y una variadísima panoplia de perversiones, abusos y violaciones, cuya enumeración resultaría imposible. De allí que el aparato jurídico se dará a sí misma –y a la sociedad– el recurso de la 'interdicción'.

La 'interdicción' constituía la medida judicial por la cual un individuo era, al menos parcialmente, descalificado como sujeto de derechos . Este marco jurídico y negativo será en parte colmado, en parte reemplazado, por un conjunto de técnicas y de procedimientos con los cuales se intentará encauzar (dresser) a aquellos que se resisten al encauzamiento y corregir a los incorregibles. El "encierro", aplicado a gran escala a partir del siglo XVII, puede aparecer como una especie de fórmula intermedia entre el procedimiento negativo de la interdicción judicial y los procedimientos positivos de encauzamiento (redressement). El encierro excluye de hecho y funciona fuera de la ley, pero se da como justificación la necesidad de corregir, de mejorar, de conducir al arrepentimiento, de producir el retorno de los 'buenos sentimientos'. A partir de esta forma confusa, pero históricamente decisiva, es preciso estudiar la aparición con fechas históricas precisas de las diferentes instituciones de encauzamiento y de las categorías de individuos a las cuales están dirigidas. Nacimientos técnico-institucionales de la ceguera, de los sordomudos, de los imbéciles, de los retardados, los nerviosos, los desequilibrados.




7.-  Historia de la locura en la época clásica;  la institución del encierro


Recapitulando, lo que conduce a Foucault a esta tipología de las figuras emblemáticas de la anormalidad es la genealogía positiva de diversos dispositivos de control característicos de la modernidad. Vale decir, un conjunto disperso de instituciones, discursos y saberes que se cristalizan gnoseológicamente como innovaciones de orden jurídico-psicopatológico, estableciendo novedosas referencias parajudiciales y marginalmente médicas. El monstruo da lugar así a la institución de la pericia médico-legal en materia penal, hasta la construcción de una noción colindante en la ajuricidad como la de “individuo peligroso”. La domesticación del incorregible encuentra en la institución del encierro, una fórmula intermedia entre el procedimiento negativo de prohibición y el método positivo de rectificación.

En Historia de la locura en la época clásica22 se trata el tema de la locura aparte del de la incorrección, pero en este caso la aparición en la escena del loco (en el sentido moderno) se da cuando los antiguos males (como la lepra) tienden a desaparecer a medida que se desarrollan formas médicas y sanitarias que tienden a mejorar las condiciones de vida,  reforzándose la imagen de la locura como enfermedad mental y biológica en situaciones como la del psiquiatra Pinel, quien libera a los asilados del auspicio de París. El punto de ruptura lo constituye la famosa 'liberación' de Pinel a mediados del s. XVIII, esto como fin de  la fastuosa escena del gran encierro23 de los locos en el s. XVII.

El antecedente más temprano y fundamental de la psiquiatría es –precisamente–  Philippe Pinel (1745-1826). Este médico francés cambió la actitud de la sociedad hacia los enfermos mentales. Pinel fue nombrado en plena Revolución francesa, director médico del Asilo de La Bicètre y, posteriormente (en 1795) director de La Salpêtrière, en París. Durante su cargo liberó a los enfermos mentales de las cadenas con las que eran reducidos y confinados. En su "Tratado de la locura" clasificó las enfermedades mentales en cuatro tipos: manía, melancolía, idiocia y demencia, y explicó su origen por la herencia y las influencias ambientales. Propuso la creación de un cuerpo especializado de médicos dedicados a la atención de los "alienados". 

Uno de sus más notables discípulos fue Etienne Esquirol (1782-1840), quien hizo de la "terapia moral" de Pinel su bandera y consiguió promulgar una ley en 1838 que obligaba a la administración francesa a disponer de un asilo para dementes en cada departamento del país. Este autor es el primero en emplear el término "alucinación".

A partir de las propuestas de Pinel comienzan los avances en el conocimiento de la enfermedad mental. Durante el siglo XIX, y a falta de las herramientas necesarias para la demostración de la etiología de la mayor parte de los trastornos psiquiátricos surgen varias escuelas de pensamiento, fundadas en hipótesis o supuestos más teóricos que empíricos: Franz Anton Mesmer24 (1734 - 1815) elabora la doctrina del magnetismo animal, según la cual existiría un fluido universal que facilitaría las relaciones e influencias entre los seres vivos y los cuerpos inanimados y celestes. Este fluido sería transmisible mediante determinados pases magnéticos. Las sesiones de Mesmer adquirieron cierta fama entre la clase alta europea.

Pero este siglo va desvelando algunos secretos del sistema nervioso central, lo que permite algunas conclusiones más rigurosas y de mayor crédito. Dentro de los clínicos destaca la  figuras de Charcot (1825 - 1893), quién elaboró varios estudios sobre los fenómenos de la hipnosis y la histeria, o de Wilhelm Wundt (1832 - 1920) fisiólogo y filósofo, y creador en 1879 en Leipzig del primer laboratorio de psicología experimental.

En los albores del siglo XX va forjándose un nuevo concepto de enfermedad mental, más ligado a una concepción orgánica y biologicista, heredera de las doctrinas degeneracionistas.  El representante más genuino de esta orientación por la influencia posterior que ha tenido fue Emil Kraepelin (1856-1926) que propone un acercamiento, observación estrictamente clínico en el que la narrativa del enfermo és reducida de síntoma a signo. Kraepelin se centró en la clínica, como herramienta diagnóstica y terapéutica superior a la formulación de hipótesis e incluso a la anatomía patológica. Describió por primera vez la dementia praecox (más tarde conocida como esquizofrenia) y la psicosis maníaco-depresiva. En 1883 publicó la primera edición de su obra más importante: Lehrbuch der Psychiatrie, que tendría enorme difusión, alcanzando la novena edición en 1927. Sin embargo, la influencia de Kraepelin fue limitada fuera de Alemania hasta el primer tercio del s.XX, puesto que sólo en este periodo la psiquiatría se incardinó como especialidad médica y abandonó la condición de ciencia especial o de alienismo que había mantenido durante el siglo XIX.

Sólo hacia 1845 los psiquiatras tomarán el relevo de los alienistas. Esquirol fue el último de los alienistas  –al plantear de nuevo el problema de la locura en relación con la verdad, la verdad de la razón–, Baillarger en Francia y Griesinger en Alemania serían los primeros psiquiatras: de antemano por ser "desalienistas"; y además, porque ponen en el primer plano los problemas de lo voluntario o lo involuntario, de lo instintivo y lo automático: éstos son sus indicadores privilegiados de la enfermedad mental. Son los grandes médicos del asilo, así Leuret, Charcot o Kraepelin, los que pueden decir la verdad del enfermo (cuya anormalidad, antes una ignota alienación, se diluiría específicamente ante la norma), dado el conocimiento que poseen de la enfermedad, pero también pueden manifestarla como tal verdad definida socialmente y someterla a su criterio, dado el poder que se arrogan ante el paciente.

Hay ahora, sugiere Foucault, una nueva organización nuclear de la psiquiatría, una estructuración epistemológica que cobra fuerza en dos direcciones. Se abre un campo de sintomatologías, acogiendo una gama de fenómenos patológicos que no tenían existencia antes, y que aparecen por contraste con una norma definida, con una regularidad administrativa que se define conforme a las obligaciones familiares y al nuevo orden político y social. Asimismo, se define un nuevo eje, dominado por la voluntad y la conciencia de lo automático, esto es por la asunción de la norma y el control de lo instintivo. En definitiva, sólo cuando la separación respecto de la regla de conducta y el automatismo son mínimos, esto es cuando se desarrolla una conducta conforme y voluntaria, se está ante un comportamiento sano.

De la referencia a un núcleo delirante -del punctum de locura definido a partir de la verdad natural- se pasa a una valoración social de la conducta, con toda su plural fenomenología efervescente donde estarían desde la agarofobia (Westphal, Krafft-Ebbing, Legrand du Saulle), las piromanías (Zabé, Marc), o la manía de comprar (Magnan), hasta el exhibicionismo (Laségue) o la misma homosexualidad25, que aparece por vez primera en el campo psiquiátrico (Westphal).

Se organiza, pues, una psiquiatría que resulta ser, ante todo, una tecnología de la anormalidad, que se aleja de la intervención tradicional de lo que se llamó alienación mental, demencia o delirio, y que se centra en el comportamiento, las desviaciones, las infracciones, las anomalías, constituyendo un corpus normativo, una ciencia especial al lado y en el interior de la medicina. Es un edificio teórico regido por exigencias funcionales, propias ya de una sociedad calcuradora, organizadora de la población, expansiva a lo ancho del espacio tanto europeo como coloquial. Pues la colonización fue un proceso maduro y bien meditado, una operación consciente de esa amalgama técnico-racional que definía ya a la población europea y que intentó proyectarse sin rodeos hacia el exterior.

Todo habría de desembocar en la idea prolifererante de degeneración, con la que se cierra el libro, y en el desarrollo de un racismo interior. Es un racismo contra lo anormal, un filtro racista que se distingue del racismo étnico, "externo", aunque llegará a colaborar fácilmente con éste en el siglo XIX -donde era ya un mal endémico-,y, desde luego, en la Alemania del siglo XX, donde adquiere una bicefalia letal, dotada en verdad de una simetría paramilitar.

La organización decimonónica de un campo unitario del instinto y de la sexualidad -que será sometido tanto al engranaje psíquico-familiar como al gran aparato psíquico judicial-, aparece en este curso de un modo a la vez convincente y brutal. Hemos destacado, simplificadoramente y con mínimos añadidos, una serie de argumentos de Foucault. Pero, al igual que sucede en sus libros sobre la prisión y la sexualidad, aparecen muchos otros análisis complementarios, extensos a veces y con grandes saltos hacia atrás en el tiempo, especialmente hasta los siglos XVI y XVII.

Pues Foucault se remite al problema de la confesión y al uso mismo del confesionario, al desarrollo de la pastoral como forma de unificación de ideas, al examen interior (y al refugio interno en un mundo de conflictos religiosos), al misticismo postridentino, a la distinción entre brujería y posesión - la primera es un fenómeno exterior, como producto de la recristalización; la segunda, un mecanismo desdoblado e interior de la conciencia cristiana-. Cabría añadir cómo subraya el valor ejemplar de los "demonios de Loudum" y su valor como indagación moderna acerca del cuerpo. Pues este lado "religioso" de su análisis es premonitorio de su Historia de la sexualidad. No hay que olvidar que su recurrente reflexión sobre la institución del sacramento de la penitencia, como modelo de análisis, de estilización  individual -ya esbozado en La verdad y las formas jurídicas- aparece eslabonada por él con la producción de verdad, que desde sus inicios tiene rasgos jurídicos. Para Foucault es ésta una característica esencial de las sociedades occidentales, donde se desarrollarán por doquier los métodos de interrogación y encuesta, de inquisición en su sentido más amplio, culminando con la ciencia decimonónica. Y ahora, en torno a 1879, es cuando se despliegan los tiempos turbulentos del ambiguo Gran inquisidor de Dostoievski. Sobre el tema de la  la confesión y el examen de conciencia habría mucho más que decir, por lo que requerirá un tratamiento especial en un nuevo trabajo.


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9.- Relaciones entre arte, locura y psiquiatría. Pinel, Esquirol y Prinzhorn.


Desde el inicio de la psiquiatría clínica en la época de Pinel, se han desarrollado intentos empíricos para definir la psicosis y su correlato esencial, el delirio26. El estudio sistemático del delirio se inicia, en nuestra cultura, en 1800, con Pinel y Esquirol27.

En los primeros decenios del siglo XX se va a producir un aumento considerable del interés por muy diversas formas artísticas (el arte de los niños, el arte psicótico, el arte de los pueblos primitivos)entendidas como marginales; esta preocupación por conocer aspectos hasta entonces casi desdeñados se debe enmarcar en la evolución global de la sociedad europea: pensemos en elementos como los graves acontecimientos políticos, el desarrollo de las ciencias o los avances de la antropología y la psiquiatría28. Estas circunstancias van a encontrar un punto de inflexión muy importante en el estallido, en 1914 , de la Primera Guerra Mundial. El shock provocado por este drama colectivo y la angustia que desencadena transforman, bruscamente, la sensibilidad europea; la locura deviene total y universal . Es en este contexto donde el doctor Walter Mongenthaler expresó la idea según la cual la enfermedad mental (en la medida que destruye ciertas estructuras inhibidoras de la personalidad) puede favorecer la eclosión de fuerzas expresivas habitualmente rechazadas. Paralelamente, y maravillado por la obra de un enfermo psicótico llamado Adolf Wölfli decide consagrarle una monografía que se publica en 192229. Ese mismo año Hans Prinzhorn30 escribió Expresiones de la locura31, libro que tendría una gran repercusión entre los surrealistas y dadaístas, y que se sustenta en el estudio de más de cinco mil obras artísticas recogidas en diferentes manicomios de Alemania y Suiza. Su obra El arte de los enfermos mentales;  Una contribución a la psicología y a la psicopatología de la creación32, si bien no despertó la ovación de sus colegas psiquiatras, se convertiría en referente y modelo de inspiración para los artistas surrealistas que pululaban en el París de entreguerras. La obra de Prinzhorn resulta del todo fascinante: oscila entre la medicina y el arte, entre la psiquiatría y la estética, entre la disección y el caos. La espina dorsal del estudio lo conforman los miles de trabajos artísticos realizados por enfermos mentales que, retomando el legado cedido por el psiquiatra Emil Kraepelin, Prinzhorn reuniría y analizaría en conjunto durante sus años activos como psiquiatra en Heidelberg33. Es por ello que en “El arte de los enfermos mentales” guardan especial importancia las imágenes, que no sólo ilustran y complementan el texto escrito, sino que clarifican y articulan la obra en su conjunto. Se suceden de este modo dibujos, pinturas, esculturas y composiciones, cuando no escritos y poemas, que revelan un mundo alucinado, intenso y a menudo opresivo34.

Como es evidente la relación locura, arte y genialidad requiere un estudio pormenorizado, algunos autores se han aproximado de modo revelador al tema, la intención de este trabajo es más bien acotada, y en su momento se ampliaran algunas exploraciones realizadas sobre el particular, como “Lo abyecto y monstruoso en el arte de vanguardia”.

También se espera transcribir las notas de clases de un Seminario dictado en torno al “Arte y la Psicopatología”, en la Escuela de Psicología de la UNAB.
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Adolfo Vásquez Rocca - Doctor en Filosofía


Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, mención Filosofía Contemporánea y Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. Profesor de la Escuela de Periodismo, Profesor Adjunto Escuela de Psicología y de la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago.  – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México.  – Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de 'Konvergencias', Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina.  Miembro del Consejo Editorial Internacional de Revista Praxis – Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional UNA, Costa Rica. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador–.  –Secretario Ejecutivo de Revista Philosophica  PUCV. –Asesor Consultivo de Enfocarte –Revista de Arte y Literatura– Cataluña / Gijón, Asturias, España. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de 'Reflexiones Marginales' –Revista de la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. –Editor Asociado de Societarts, Revista de artes y humanidades, adscrita a la Universidad Autónoma de Baja California. –Miembro del Comité Editorial de International Journal of Safety and Security in Tourism and Hospitality, publicación científica de la Universidad de Palermo. –Miembro de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) con sede en Bruselas, Bélgica.  Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. – Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado– UCM.  Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Artista conceptual. Ha publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial  de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España,  2008.  Invitado especial a la International Conference de la Trienal de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011


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    - FOUCAULT, Michel, Estrategias de poder, Ed. Paidós
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    Adolfo Vásquez Rocca PhD.


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* FOUCAULT, Les Anormaux, (1974-1975) : Gallimard, Paris, 1999,

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1.- En la obra de Foucault no sorprende hallar un interés “histórico”, así como una fascinación “romántica”, por las zonas marginales de la sociedad. En efecto, su mirada, tras haberse detenido en la locura, y después en la cárcel, la criminalidad y la delincuencia, se vuelve hacia la sexualidad. “Foucault había instalado su observatorio en las zonas del ser viviente donde las distinciones tradicionales del cuerpo y del espíritu, del instinto y de la idea, parecen absurdas: la locura, la sexualidad, el crimen. Desde allí su mirada giraba como el haz de luz de un faro y se posaba sobre la historia y sobre el presente, dispuesta para los descubrimientos menos tranquilizadores”1
El tranquilo sueño de la razón no dejará de generar monstruos. Monstruos que son consecuencia de la domesticación, del conformismo y de la seguridad garantizada por el ejercicio del poder. Foucault dará una doble función a este ejercicio: En primer lugar, una anátomo-política del cuerpo humano que obedece a la mecánica de las disciplinas. El principal objetivo de ellas es la comprensión del cuerpo como máquina. Estos procedimientos intentan conseguir docilidad política y utilidad económica de los individuos. En segundo lugar, destaca una biopolítica de la población. En este caso se considera al cuerpo individual en tanto forma parte de la especie. Esta operación queda a cargo de una serie de intervenciones y controles reguladores del individuo en tanto partícipe de los avatares propios de la especie humana: nacimiento, muerte, migración, reproducción, etc. Por lo tanto, el cuerpo es considerado como soporte de los procesos biológicos. Los mecanismos de poder ya no tienen allí por objeto la muerte, sino actúan como administradores de la vida:

“Las disciplinas del cuerpo y las regulaciones de la población constituyen los dos polos alrededor de los cuales se desarrolló la organización del poder sobre la vida”.

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En Los Anormales curso dictado en el Collège de France entre enero y marzo de 1975, Michel Foucault prolonga los análisis en torno a las relaciones entre el saber y el poder: poder disciplinario, poder de normalización, bio-poder. A partir de múltiples fuentes teológicas, jurídicas y médicas, Foucault enfoca el problema de esos individuos 'peligrosos' a quienes, en el siglo XIX, se denomina 'anormales'. Define sus tres figuras principales: los monstruos, que hacen referencia a las leyes de la naturaleza y las normas de la sociedad, los incorregibles, de quienes se encargan los nuevos dispositivos de domesticación del cuerpo, y los onanistas, que dan pábulo, desde el siglo XVIII, a una campaña orientada al disciplinamiento de la familia moderna. Los análisis de Foucault toman como punto de partida las pericias médico legales que aún se practicaban en la década de 1950. Esboza a continuación una arqueología del instinto y el deseo, a partir de las técnicas de la revelación en la confesión y la dirección de conciencia. Plantea de ese modo las premisas históricas y teóricas de trabajos que retomará, modificará y reelaborará en su enseñanza en el Collège de France y en las obras ulteriores. Este curso representa, por lo tanto, un elemento esencial para seguir las investigaciones de Foucault en su formación, sus prolongaciones y sus desarrollos.

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2.-
El individuo "anormal" al que desde el fin del siglo XIX toman en cuenta tantas instituciones, discursos y saberes, deriva a la vez de la excepción jurídico-natural de monstruo, de la multitud de incorregibles en los aparatos de encauzamiento y del secreto universal de las sexualidades infantiles. A decir verdad, las tres figuras del monstruo, el incorregible y del onanista no van a confundirse exactamente.
El individuo "anormal" al que desde el fin del siglo XIX toman en cuenta tantas instituciones, discursos y saberes, deriva a la vez de la excepción jurídico-natural de monstruo, de la multitud de incorregibles en los aparatos de encauzamiento y del secreto universal de las sexualidades infantiles. Cada uno se inscribirá en sistemas autónomos de referencia científica: el monstruo en una teratología y una embriología que han encontrado en Geoffroy Saint-Hilaire su primera gran coherencia científica, el incorregible en una psico-fisiología de las sensaciones de la motricidad y de las aptitudes, el onanista en una teoría de la sexualidad que se elabora lentamente a partir de la Psycopathia Sexualis de Kaan2.
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La primera de las figuras de lo que Foucault llama el monstruo humano es el que trasgrede la ley. La noción de monstruo es así –en principio– esencialmente una noción jurídica; jurídica en el sentido amplio del término, claro está, porque lo que define al monstruo es el hecho de que, en su existencia y su forma, no sólo viola el pacto cívico, sino también de las leyes de la naturaleza. Es, en un doble registro, infracción a las leyes en su misma existencia. El campo de aparición del monstruo, por lo tanto, es un dominio al que puede calificarse de jurídico, biológico y plástico. Por otra parte, el monstruo aparece en este espacio como un fenómeno extremo, límite, el punto de derrumbe de la ley y, al mismo tiempo, de la salud y lo natural. El monstruo es así excepcional, precisamente por su rareza, por su carácter de curiosidad de feria; lo que hace que un ser humano sea un monstruo no es sólo la excepción que representa en relación a la forma de la especie, sino el problema que plantea a las regularidades jurídicas. El monstruo humano combina lo imposible y lo prohibido. En Los anormales el 'monstruo' humano se dice con respecto al imperio de la ley; el individuo a corregir invoca la proliferación de las prótesis disciplinarias al interior del ejército, las escuelas, los talleres y la propia familia.
Así en esta genealogía de lo anormal va a hacer su aparición la figura del individuo "peligroso" –al cual es imposible darle un sentido médico o un estatuto jurídico- y que no obstante es la noción fundamental de los peritajes contemporáneos. Al plantear hoy a la medicina la pregunta en sí misma insensata: ¿es peligroso este individuo? (pregunta que contradice un derecho penal fundado en la sola condena de los actos y postula una relación de implicación mutua y de naturaleza entre enfermedad e infracción), los tribunales están prolongando –a través de transformaciones que se trata de analizar- los equívocos de los viejos monstruos seculares.
El monstruo es la excepción por definición; el individuo a corregir es un fenómeno corriente. Tan corriente que presenta -y ésa es su primera paradoja- la característica de ser, en cierto modo, regular en su irregularidad. Por consiguiente, a partir de ahí también van a desplegarse toda una serie de equívocos. En primer lugar, esto: en la medida en que el individuo a corregir es muy frecuente, en la medida en que está inmediatamente próximo a la regla, siempre va a ser muy difícil determinarlo. Está tan exactamente en el límite de la indecidibilidad que difícilmente se podrá demostrar efectivamente que el individuo es incorregible. Primer equívoco.

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3.-
Otro equívoco es que, en el fondo, la persona que hay que corregir se presenta en ese carácter en la medida en que fracasaron todas las técnicas, todos los procedimientos, todas las inversiones conocidas y familiares de domesticación mediante los cuales se pudo intentar corregirla. Lo que define al individuo a corregir, por lo tanto, es que es incorregible. Y sin embargo, paradójicamente, el incorregible, en la medida misma en que lo es, exige en torno de sí cierta cantidad de intervenciones específicas, de sobreintervenciones con respecto a las técnicas conocidas y familiares de domesticación y corrección, es decir, una nueva tecnología de recuperación, de sobrecorrección. De manera que alrededor de este individuo a corregir, vemos dibujarse una especie de juego entre la incorregibilidad y la corregibilidad. Se esboza un eje de la corregible incorregibilidad, donde más adelante, en el siglo XIX, vamos a encontrar precisamente al individuo anormal. Ese eje va a servir de soporte a todas las instituciones específicas para anormales, que se desarrollarán en el siglo XIX. Monstruo empalidecido y trivializado, el anormal de ese siglo es igualmente un incorregible, un incorregible a quien se va a poner en medio de un aparato de corrección. Ése es el segundo antepasado del anormal del siglo XIX .
El monstruo es, en el fondo, la casuística necesaria que el desorden de la naturaleza exige en el derecho.
Así se dirá que el monstruo el ser en quien leemos la mezcla de dos reinos, porque, por una parte, cuando podemos leer, en un único y mismo individuo, la presencia del animal y la de la especie humana, y buscamos la causa, ¿a qué se nos remite? A una infracción del derecho humano y el derecho divino, es decir, a la fornicación, en los progenitores, entre un individuo de la especie humana y un animal


4.-
El individuo a corregir. Es un personaje más reciente que el monstruo. Es menos correlativo a los imperativos de la ley y de las formas canónicas de la naturaleza que a las técnicas de encauzamiento con sus exigencias propias. La aparición del "incorregible" es contemporánea a la puesta en práctica de las técnicas de disciplina a la que se asiste durante los siglos XVII y XVIII en el ejército, las escuelas, los talleres, e incluso, un poco más tarde, en las familias mismas. Los nuevos procedimientos de encauzamiento (dressage) del cuerpo, del comportamiento, de las aptitudes, abren el problema de aquellos que escapan a esta normatividad que ya no es la soberanía de la ley.
La "interdicción" constituía la medida judicial por la cual un individuo era, al menos parcialmente, descalificado como sujeto de derechos . Este marco jurídico y negativo será en parte colmado, en parte reemplazado, por un conjunto de técnicas y de procedimientos con los cuales se intentará encauzar (dresser) a aquellos que se resisten al encauzamiento y corregir a los incorregibles. El "encierro", aplicado a gran escala a partir del siglo XVII, puede aparecer como una especie de fórmula intermedia entre el procedimiento negativo de la interdicción judicial y los procedimientos positivos de encauzamiento (redressement). El encierro excluye de hecho y funciona fuera de la ley, pero se da como justificación la necesidad de corregir, de mejorar, de conducir al arrepentimiento, de producir el retorno de los "buenos sentimientos". A partir de esta forma confusa, pero históricamente decisiva, es preciso estudiar la aparición con fechas históricas precisas de las diferentes instituciones de encauzamiento y de las categorías de individuos a las cuales están dirigidas. Nacimientos técnico-institucionales de la ceguera, de los sordomudos, de los imbéciles, de los retardados, los nerviosos, los desequilibrados.

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Monstruo banalizado y pálido, el anormal del siglo XIX es también un descendiente de esos incorregibles que han aparecido en los márgenes de las técnicas modernas de "encauzamiento".
El individuo a corregir es un personaje más reciente que el monstruo. Así, según Foucault, el incorregible surge luego del monstruo, tras la introducción de técnicas disciplinarias como las del ejército, las escuelas y lugares de trabajo, así como los procesos de domesticación del cuerpo y del comportamiento. Entra el asunto de la prohibición, como método de descalificación del individuo, para luego desatarse sin medida en la práctica del encierro. Es por esta razón que no queda claro en qué momento la locura y los problemas judiciales del comportamiento forman un solo sistema a corregir. En Historia de la locura en la época clásica se trata el tema de la locura aparte del de la incorrección, pero en este caso la aparición en la escena del loco (en el sentido moderno) se da cuando los antiguos males (como la lepra) tienden a desaparecer a medida que se desarrollan formas médicas y sanitarias que tienden a mejorar el ambiente de vida en la Europa del s. XVI, reforzándose esta imagen de la locura como enfermedad mental y biológica en situaciones como la del psiquiatra Pinel, quien libera a los asilados del auspicio de parís, con el fin de hacer la vida de los locos un poco más útil para los demás. (Poniéndolos a trabajar, además le servía para estudiar sus grados de locura como cita Foucault sobre Pinel) En esta ocasión el punto de ruptura lo constituye la famosa "liberación" del doctor Pinel a mediados del s. XVIII, pero por supuesto sobre la fastuosa escena del gran encierro de los locos en el s. XVII.
Dr. Adolfo Vásquez Rocca

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Adolfo Vásquez Rocca PhD


Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México. – Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias, Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil. Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado– UCM. Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Artista conceptual. Ha publicado recientemente el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008.

Notas
1DUMÉZIL, Georges, “Un homme heureux”, Le Nouvel Observateur, 29 de junio de 1984.

2 FOUCAULT, Michel, Los Anormales, Texto del Informe del curso de 1974-75 dictado por Michel Foucault en el College de France y extraído del libro Hay que defender la sociedad (Editorial Almagesto, Buenos Aires).


MICHEL FOUCAULT
Nietzsche, la genealogía y la historia
de “Nietzsche, la Genealogie, L’Historie” en “Hommage a Jean Hyppolite”. Ed. PUF, Paris 1971



BIBLIOGRAFÍA
FOUCAULT, Michel, La arqueología del saber, Ed. Siglo XXI
FOUCAULT, Michel, Tecnologías del yo, Ed. Paidós
FOUCAULT, Michel, Entre filosofía y literatura, Ed. Paidós
FOUCAULT, Michel, Estrategias de poder, Ed. Paidós
FOUCAULT, Michel, Estética, Ética y Hermenéutica, Ed. Paidós
FOUCAULT, Michel y DELEUZE, Gilles, Theatrum Philosophicum & Repetición y diferencia, Ed. Anagrama
FOUCAULT, Michel, Historia da Locura en la Edad Clásica , SP: Perspectiva, 1978.
FOUCAULT, Michel, Nacimiento de la Clínica, SP: Forense, 1963.
FOUCAULT, Michel, La Verdad y las Formas Jurídicas , RJ: PUC/RJ, Depto. de Letras.
FOUCAULT, Michel, Historia de la Sexualidad; La Voluntad de Saber , Vol. I, RJ: Graal, 1977
FOUCAULT, Michel, Historia de la Sexualidad 'El Uso de los Placeres' , Vol. II RJ: Graal, 1984
FOUCAULT, Michel, Vigilar y Castigar , RJ: Vozes
FOUCAULT, Michel, Resumen de los Cursos Del Colegio de Francia (1970-1982).

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Foucault, M. (1999). Estrategias de poder: Obras esenciales, volumen II. (F. Á. Varela, Trad.) Barcelona: Paidos.
Foucault, M. (1996). Tecnologías del yo y textos afines. Barcelona: Paidos.
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Foucault, M. (1994). El orden del discurso. Buenos Aires: Tusquets.
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Foucault, M. (1979). Microfísica del poder. Madrid: La piqueta.
Cursos en el Collége de Frances.
Foucault, M. (2007). Nacimiento de la biopolítica. Curso en el Collège de France (1978-1979). Argentina: Fondo de cultura económica.
Foucault, M. (2006). Seguridad, territorio, población: Curso en el Collége de Frances, 1977-1978. (H. Pons, Trad.) Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Foucault, M. (2006). Defender la sociedad. Curso en el Collège de France (1975-1976) .
Argentina: Fondo de cultura económica.
Foucault, M. (2006). La hermenéutica del sujeto. Curso en el Collége de France (1981-1982). (H. Pons, Trad.). Argentina: Fondo de cultura económica.
Foucault, M. (2006). Los anormales. Curso en el Collège de France (1974 -1975). (V. M. Salomoni, Ed., & H. Pons, Trad.) Argentina: Fondo de cultura económica.
Foucault, M. (2005). El poder psiquiátrico. Curso en el Collège de France (1973-1974).
Argentina: Fondo de cultura económica.

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Adolfo Vásquez Rocca
Dr. Adolfo Vásquez Rocca

Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, mención Filosofía Contemporánea y Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. Profesor de la Escuela de Periodismo, Profesor Adjunto Escuela de Psicología y de la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago.  – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México.  – Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de 'Konvergencias', Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina.  Miembro del Consejo Editorial Internacional de Revista Praxis – Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional UNA, Costa Rica. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador–.  –Secretario Ejecutivo de Revista Philosophica  PUCV. –Asesor Consultivo de Enfocarte –Revista de Arte y Literatura– Cataluña / Gijón, Asturias, España. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de 'Reflexiones Marginales' –Revista de la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. –Editor Asociado de Societarts, Revista de artes y humanidades, adscrita a la Universidad Autónoma de Baja California. –Miembro del Comité Editorial de International Journal of Safety and Security in Tourism and Hospitality, publicación científica de la Universidad de Palermo. –Miembro de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) con sede en Bruselas, Bélgica.  Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. – Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado– UCM.  Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Artista conceptual. Ha publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial  de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España,  2008.  Invitado especial a la International Conference de la Trienal de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011


PUBLICACIONES

Publicaciones Internacionales Catalogadas en DIALNET Directorio de Publicaciones Científicas Hispanoamericanas



MICHEL FOUCAULT
Nietzsche, la genealogía y la historia
de “Nietzsche, la Genealogie, L’Historie” en “Hommage a Jean Hyppolite”. Ed. PUF, Paris 1971



Publications
- Maladie mentale et (personnalité 1954) psychologie, Presses universitaires de France, coll. « Quadrige », Paris, 1954 (réimpr. 1962), 112 p. (ISBN 2130551394)
- Folie et déraison. Histoire de la folie à l'âge Classique, Librairie Plon, Paris, s.d. (1961), XI-672 p.
* Histoire de la folie à l'âge classique, U.G.E., coll. « 10/18 », Paris, 1964, 309 p.
* Histoire de la folie à l'âge classique. Folie et déraison, Gallimard, coll. « Tel », Paris, 1972, 583 p. (ISBN 2070295826)
* Naissance de la clinique. Une archéologie du regard médical, Presses Universitaires de France, Paris, 1963, 212 p. (ISBN 2130420885)
* Les Mots et les Choses. Une archéologie des sciences humaines, Gallimard, coll. « Bibliothèque des sciences humaines », Paris, 1966, 405 p. (ISBN 2070224848)
* La Pensée du dehors, Fata Morgana, Paris, 1966, 72 p. (ISBN 2851940651)
* L'Archéologie du savoir, Gallimard, coll. « Bibliothèque des Sciences humaines », Paris, 1969, 288 p. (ISBN 207026999X)
* L'Ordre du discours, Gallimard, Paris, 1971, 88 p. (ISBN 2070277747)
* Ceci n'est pas une pipe, Fata Morgana, Fontfroide-le-Haut, 1973, 90 p. (ISBN 2851942077)
* Surveiller et punir. Naissance de la prison, Gallimard, Paris, 1975, 328 p. (ISBN 2070729680)
* Histoire de la sexualité, vol. 1 : La volonté de savoir, Gallimard, Paris, 1976, 224 p. (ISBN 2070295893)
* Histoire de la sexualité, vol. 2 : L'usage des plaisirs, Gallimard, Paris, 1984, 296 p. (ISBN 2070700569)
* Histoire de la sexualité, vol. 3 : Le souci de soi, Gallimard, Paris, 1984, 288 p. (ISBN 2070273822)
* Dits et écrits, vol. 1 : 1954-1975, Gallimard, coll. « Quarto », Paris, 2001, 1708 p. (ISBN 207076186X)
* Dits et écrits, vol. 2 : 1976-1988, Gallimard, coll. « Quarto », Paris, 2001, 1736 p. (ISBN 2070762904)
Plusieurs volumes ont paru qui sont des transcriptions de ses cours au Collège de France
* 1973-1974 : Le Pouvoir psychiatrique, Gallimard, Paris, 2003, 399 p. (ISBN 2020307693)
* 1974-1975 : Les Anormaux, Gallimard, Paris, 1999, 351 p. (ISBN 2020307987)
* 1975-1976 : « Il faut défendre la société », Gallimard, Paris, 1997, 283 p. (ISBN 2020231697)
* 1977-1978 : Sécurité, territoire, population, Gallimard, Paris, 2004, 435 p. (ISBN 2020307995)
* 1978-1979 : Naissance de la biopolitique, Gallimard, Paris, 2004, 355 p. (ISBN 2020324016)
* 1981-1982 : L'Herméneutique du sujet, Gallimard, Paris, 2001, 540 p. (ISBN 2020308002)
* 1982-1983 : Le Gouvernement de soi et des autres I, Gallimard, Paris, 2008, 382 p. (ISBN 2020658690)
* 1983-1984 : Le Gouvernement de soi et des autres II : Le Courage de la vérité, Gallimard, Paris, 2009, 334 p. (ISBN 978-2-02-065870-6)

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Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, mención Filosofía Contemporánea y Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. Profesor de la Escuela de Periodismo, Profesor Adjunto Escuela de Psicología y de la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago.  – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México.  – Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de 'Konvergencias', Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina.  Miembro del Consejo Editorial Internacional de Revista Praxis – Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional UNA, Costa Rica. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador–.  –Secretario Ejecutivo de Revista Philosophica  PUCV. –Asesor Consultivo de Enfocarte –Revista de Arte y Literatura– Cataluña / Gijón, Asturias, España. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de 'Reflexiones Marginales' –Revista de la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. –Editor Asociado de Societarts, Revista de artes y humanidades, adscrita a la Universidad Autónoma de Baja California. –Miembro del Comité Editorial de International Journal of Safety and Security in Tourism and Hospitality, publicación científica de la Universidad de Palermo. –Miembro de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) con sede en Bruselas, Bélgica.  Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. – Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado– UCM.  Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Artista conceptual. Ha publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial  de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España,  2008.  Invitado especial a la International Conference de la Trienal de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011

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Nietzsche, la genealogía y la historia
de “Nietzsche, la Genealogie, L’Historie” en “Hommage a Jean Hyppolite”. Ed. PUF, Paris 1971


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