miércoles, 19 de mayo de 2010

EL VÉRTIGO DE LA SOBREMODERNIDAD Y CIUDADES DEL ANONIMATO Por Adolfo Vásquez Rocca

NO LUGARES Y CIUDADES DEL ANONIMATO Por Adolfo Vásquez Rocca

EL VÉRTIGO DE LA SOBREMODERNIDAD; CIUDADES DEL ANONIMATO Y TURISMO ETNOGRÁFICO. II Parte. Por Adolfo Vásquez Rocca

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Adolfo Vásquez Rocca

Pontificia Universidad Católica de Valparaíso – Universidad Complutense de Madrid

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Adolfo Vásquez Rocca: 'No lugares', Ciudades del Anonimato y Sobremodernidad

- Los días de frío catequizan su éxodo, son los refugiados hacia las antípodas del hemisferio, un camino transitorio, recorrido de este mundo tornadizo, el equilibrio de una biosfera que no nos pertenece, es de alquiler y a veces sus rentas son impagables y nos castiga con su cara más agreste. Taciturna y desbocada jaca que nunca descansa, dadivosa y desdoblada de este “nuestro” planeta que irá despertando en Domingo paulatinamente.

Mafalda Segués

- No es casualidad que el nacimiento de la ciudad como unidad autónoma, con todos sus órganos históricos totalmente diferenciados y activos, coincidiera con el desarrollo del registro permanente: con los glifos, los ideogramas y el alfabeto, con las primeras abstracciones de los números y los signos verbales. Para cuando esto ocurrió, la cantidad de cultura que había que transmitir oralmente sobrepasaba la capacidad de un pequeño grupo, incluso durante una larga vida. Ya no era suficiente que la experiencia consolidada de la comunidad descansara en las mentes de sus miembros de más edad.



En otras palabras, la ciudad llegó a depender de la combinación entre comunicación sincrónica y asincrónica -discurso y texto, orador y escriba, en directo y grabado, contrato escrito y apretón de manos, ágora y archivo-. Cada opción tenía su coste, sus ventajas e inconvenientes, y había que sopesarlos a la hora de elegir. Era el principio de la economía de presencia.

La economía de la presencia

Cómo Citar este Artículo:

Referencia: El presente Artículo fue originalmente publicado en versión impresa en las Revistas internacionales que se refieren:

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  • “Ciudades del anonimato: diáspora, cronotopías y cartografía de las emociones escindidas”, DEBATS, Valencia, España, ISSN 0212-0585, Nº 97-98, 2007, 50-59, Vásquez Rocca, Adolfo.

SUMARIO

EL VÉRTIGO DE LA SOBREMODERNIDAD; CIUDADES DEL ANONIMATO Y TURISMO ETNOGRÁFICO. I Parte.

1.- Espacios públicos y figuras del anonimato.

2.- Los 'no lugares' y el turismo a gran escala.

EL VÉRTIGO DE LA SOBREMODERNIDAD; CIUDADES DEL ANONIMATO Y TURISMO ETNOGRÁFICO. II Parte

3.- La ciudad como museo.

4.- Diáspora y "cronotopías de la intimidad".

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La ciudad como museo.



La interrogación por los nuevos sentidos del espacio público, por los nuevos modelos espaciales de convivencia, tiene innegables dimensiones antropológicas, estéticas y políticas. Aludir a la “cosa pública” significa remitirse a ese ámbito de la vida en el que nos encontramos con los otros seres humanos, un espacio abierto de concurrencia caracterizado orteguianamente como “vida en común”, “esfera pública” o de una forma más clásica como praxis política. Pensar en los lugares y las formas urbanas de relación –la circulación acelerada de personas- permite definir los nuevos modos de ser humano, de organizar la convivencia, los desplazamientos; constatar la nuevas formas de soledad y aislamiento en una urbe sobrepoblada. El entrecruzamiento de producciones socioestéticas diversas produce ciudades metafóricas y fragmentadas, donde la heterogeneidad y la dispersión de los signos identitarios nos convierte a unos respecto de otros en transeúntes que apenas intercambian huidizas miradas, desfigurados, con un rostro velado, verdaderos espectros, figuras del anonimato, desposeídos de nuestra identidad por la celeridad de nuestros desplazamientos reales o virtuales.

EL VÉRTIGO DE LA SOBREMODERNIDAD; CIUDADES DEL ANONIMATO Y TURISMO ETNOGRÁFICO. II Parte. Por Adolfo Vásquez Rocca

La ciudad como hecho colectivo se manifiesta, fundamentalmente, en la red de espacios públicos. La ciudad es un plexo geográfico, una organización económica, un proceso institucional, el teatro de la acción social, un símbolo estético de unidad colectiva1. Principales referentes de la memoria colectiva, representan el encuentro con el otro y con el lugar, y a ellos se asocia la capacidad de identificación y apropiación ciudadana, contribuyendo decisivamente a la estructuración y al reconocimiento de la ciudad. Ello explica que los espacios públicos ocupen tradicionalmente un lugar preferente en los discursos sobre la ciudad, pues, a fin de cuentas, reflexionar sobre el espacio público significa reflexionar sobre la ciudad, sobre las maneras de habitarla y las formas a través de las cuales se construye y se representa2. Sin embargo, estos discursos se han vuelto ambiguos, dominando más bien la despreocupación de los ciudadanos por la cosa pública, cuestión que marcha de la mano con la crisis de identidad y falta de albergue metafísico. Ambos síntomas suelen ir acompañados de notorias desorientaciones geopolíticas, desconocimientos históricos y prejuicios ideológicos.

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Un mundo donde se nace en una clínica y se muere en un hospital, dónde pueden tener lugar futuristas ceremonias fúnebres con el cuerpo expelido en un cohete de acero, un contenedor rumbo a realizar periplos de inmortalidad. Un mundo extraño, donde se multiplican en modalidades lujosas o inhumanas los habitáculos, desde un foso en Guantánamo a un lujoso hotel-cápsula de Japón3 –diseñados para ejecutivos sin tiempo para volver a casa; los puntos de tránsito y las ocupaciones full time, las cadenas de hoteles y las habitaciones ocupadas en el Green Plaza Shinjuku, los clubes de vacaciones, los campos de refugiados, las barracas miserables destinadas a desaparecer o a degradarse progresivamente produciendo zapatillas Nike; un mundo donde se desarrolla una abigarrada red de transporte que son también espacios habitados4, donde el habitué de los megamercados, de los malls, de los cajeros automáticos renuevan los gestos pantomímicos del comercio autista. Un mundo así desacralizado por oficio y sin rituales, mudo e indiferente, prometido a la individualidad solitaria, a lo fugaz y efímero, al paisaje de neón, a los fundidos del inconsciente un destello turbador y una oquedad donde hundir la cabeza. Sólo las ciudades del futuro pueden ofrecer la esperanza de un verdadero lugar donde el corazón no sea turbado, un lugar proféticamente anunciado, donde hay muchas moradas, más que las del Green Plaza de Tokio. Allí donde finaliza el país retórico y una alteración del umbral del entendimiento ciega al sabio, dando paso a una zona de indiscernibilidad espiritual. Se abren aquí nuevas perspectivas ya no sólo para una antropología de la sobre-modernidad, sino para una etnología de la soledad y la esperanza escatológica.

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4.- Diáspora y "cronotopías de la intimidad".



Las figuras del desplazamiento –el viajero, el vagabundo, el paseante, el peregrino, el emigrante, el exiliado, el expatriado, el turista– trazan sus recorridos transitorios o permanentes en medio de geografías divergentes, de lenguas ajenas, en medio de objetos y rostros desconocidos. El viajero, el ser en tránsito, figura antropológica de la diferencia siempre enigmática e inquietante, cuya trayectoria en los márgenes modula los espacios simbólicos de la modernidad es alguien que debe ajustar cuentas con su propia condición desplazada, con los materiales volátiles de la identidad y hacer del "hogar" no ya un lugar físico sino "una necesidad móvil", una tienda de campaña, un deseo cambiante pero permanente– de "otro lugar", un característica tensión hacia otra parte.

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Aquí, según cabe aclarar, no se trata de la figura romántica del viajero, sino de una tumultuosa y agitada masa de pasajeros recurrentes; flujos que se agolpan en las aduanas y que no dan lugar precisamente al descubrimiento de la singularidad del otro sino más bien al recelo, la resignación, la jurisprudencia o la xenofobia. Pero quizá algo de aquella investidura persiste, incluso cuando la globalización no ha dejado ya territorios "desconocidos" ni extrañezas que sorprendan demasiado a los propios emigrantes: se tiene ya una imagen, mil veces reiterada, del lugar al que se llega, una idea de la lengua, una colectividad previamente afincada, una visión de los objetos casi universal. Lo que persiste es justamente la distancia de la intimidad: lenguas, olores, sabores, ritos, estereotipos, rasgos que "caracterizan" la pertenencia a una comunidad y que suele aludirse como "intimidad cultural".


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Adolfo Vásquez Rocca: 'No lugares', Ciudades del Anonimato y Sobremodernidad

A este respecto, la generación de una iconografía, una re-creación plástica del imaginario patrio, un trabajo y una experiencia artística compleja en la que el sujeto emigrante, sujeto en crisis por razones políticas, sociales o culturales, vive un intenso transe fantasmático con el espacio, ya sea el que abandona, el que recorre, el que ansía o al que llega, poniéndose a su vez a prueba con los otros en los que despierta la potencialidad de tolerancia o de hostilidad. Objetivamente el viaje migratorio no es sólo espacial, sino también –como hemos señalado– tránsito existencial.

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La necesidad expresiva configura una iconografía del extravío individual y social. No se trata de refugiarse sino de extraviarse, lo que hace de la representación del viaje una metáfora del olvido. En la pintura contemporánea el fenómeno migratorio adquiere así expresiones que van del imaginario del viaje como registro turístico, la inmigración ilegal y las variadas formas de la deportación. Del turismo a gran escala en la era de los trasatlánticos al fenómeno de los balseros cubanos, de las Bellas Artes al etno-arte, multi-cultural, híbrido, o chicano ciber-punk. Estas manifestaciones del arte contemporáneo conforman la memoria de la diáspora, modos de reapropiación psico-artísticos del territorio, de la "necesidad móvil" del "hogar" que perdura bajo la forma idealizada de un retorno al territorio que se añora. El lugar dónde todo comenzó y al cual se siguen teniendo amarras, como un buque que no consigue zarpar, la que siempre será la "tierra natal", donde el tiempo se detuvo y nos mantiene ajenos e indiferentes al devenir del mundo. Un retorno muchas veces irreal, de allí esas casas que el emigrante ya asentado en una patria lejana, compra en su pueblo natal –casas que nunca habitará– y que no tienen tanto que ver con el resguardo físico de una posteridad sino con esa inscripción mítica que, desde los tiempos del héroe, señala la vuelta –narrativamente– como el cumplimiento del sentido épico del viaje. Pero, en el complejo puzzle de la migración contemporánea, también hay un "retorno" efectivo adonde nunca se estuvo antes: la tierra de los padres o abuelos, reconquistada esta vez, quizá sin tono épico ni imaginación previa, por sus descendientes. Y aun, es posible (re)crear el hogar en tierra extraña por la acumulación, justamente, de "cronotopías de la intimidad" bajo la forma de objetos atesorados, que se transportan en las valijas del emigrante o que se adquieren después, en prácticas altamente ritualizadas, en los "mercados de pulgas" del propio territorio de adopción: fotografías, ropas, utensilios típicos, souvenirs, una parafernalia de cosas entre el coleccionismo y el kitsch, que atiborran vitrinas o "altares" domésticos como nunca lo harían en la propia tierra, donde muchas de ellas serían desdeñadas precisamente por los mismos "efectos" de sentido–. Todas prácticas estéticas de la cotidianidad que configuran al mismo tiempo un relato del exilio y un lugar de memoria y cuyo intento de preservar la "identidad" toma, curiosamente, la forma de una "intimidad diaspórica".

Dr. Adolfo Vasquez Rocca - Universidad Andres Bello - UNAB - UNAM - UCM - PUCV

Dr. Adolfo Vásquez Rocca - Universidad Andres Bello UNAB - PUCV

Adolfo Vásquez Rocca PH. D.


Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México. – Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de 'Konvergencias', Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil. Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado– UCM. Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Artista conceptual. Ha publicado recientemente el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008.

adolfovrocca@gmail.com

Notas

1MUMFORD, Lewis, “What is a city”, Richard T. LeGates y Frederic Stout (eds.), 1996, Londres: Routdlege, pp.184-188).

2MENDOLA, G., La ciudad postmoderna. Magia y miedo de la metrópoli contemporánea, Ed. Celeste. Barcelona, 2000.

3El Green Plaza Shinjuku, es el mayor hotel-cápsula de Tokio y probablemente del mundo. El precio –4.300 yenes (31 euros)– da derecho a Hiroshi a pasar la noche en una cápsula, a guardar sus pertenencias en una estrecha taquilla en la que le esperan la yukata (el tradicional albornoz japonés) y una toalla, y a hacer uso de las instalaciones colectivas del hotel, que se publicitan como propias de un establecimiento de cuatro estrellas. El recepcionista ofrece una llave-pulsera a Hiroshi, que se ajusta a la muñeca, y le dirige hacia la zona de taquillas, estrechos espacios diseñados para contener un traje y un ordenador portátil, el equipaje del hombre de negocios japonés. Junto a medio centenar más de hombres silenciosos, cambia su traje por el albornoz, la única vestimenta permitida en el interior del hotel. Con las zapatillas de celulosa en las que luce el logo del Green Plaza, Hiroshi recorre interminables pasillos repletos de cápsulas que dan la sensación de encontrarse en un cementerio. Filas de dos pisos de nichos. Un piloto verde encendido avisa de cuáles están ya alquiladas, aunque la mayoría de ellas tiene recogida la esterilla de bambú que hace de puerta, y aparece vacía. Busca su cápsula, la 2136, y se introduce en el pequeño cubículo amarillo: 1 metro de alto, 1 de ancho y 1,90 de largo. Hace calor. Abre la boca del aire acondicionado, situada en el techo sobre la cabeza, a pocos centímetros de la única fuente de luz del interior. Una fresca corriente de aire inunda el pequeño nicho, acompañada de un susurro. Un blanco haz de luz revela los detalles del alojamiento, que no cuenta con ningún ángulo recto ni esquinas afiladas, que suponen un peligro en tan reducido espacio. En el lado izquierdo, la pared sólo cuenta con un espejo circular y un panel en el que se explican las rutas de escape en caso de emergencia. También se detallan algunas prohibiciones como la de fumar en el interior o la de pernoctar dos o más personas en un solo cubículo, algo incomprensible para la mentalidad occidental. El lateral derecho cuenta con un pequeño saliente a modo de repisa, y sobre él se encuentra el panel de mandos, con el que se controla desde la intensidad de la luz hasta el canal del televisor. Tras comprobar que la pantalla empotrada en el techo funciona, se dirige con su toalla al quinto piso del hotel, donde están los baños y las saunas comunitarias.

4AUGÉ, Marc, Los “no lugares”; espacios del anonimato, Ed. Gedisa, Barcelona, 1998, p. 84.


  • Versión prologada para Escáner Cultural del artículo “El vértigo de la sobremodernidad; no lugares, espacios públicos y figuras del anonimato”, publicado recientemente en DU&P Revista de Diseño Urbano y Paisaje, Universidad Central de Chile, Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Paisaje, FAUP, ISSN 0717- 9758, Volumen IV, Nº10, 2007.

Cómo Citar este Artículo:
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Universidad Andrés Bello UNAB
Universidad Complutense de Madrid
Tlf. (56) 32 - 233347X | E-mail: adolfovrocca@gmail.com

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- Los días de frío catequizan su éxodo, son los refugiados hacia las antípodas del hemisferio, un camino transitorio, recorrido de este mundo tornadizo, el equilibrio de una biosfera que no nos pertenece, es de alquiler y a veces sus rentas son impagables y nos castiga con su cara más agreste. Taciturna y desbocada jaca que nunca descansa, dadivosa y desdoblada de este “nuestro” planeta que irá despertando en Domingo paulatinamente.

Mafalda Segués

- No es casualidad que el nacimiento de la ciudad como unidad autónoma, con todos sus órganos históricos totalmente diferenciados y activos, coincidiera con el desarrollo del registro permanente: con los glifos, los ideogramas y el alfabeto, con las primeras abstracciones de los números y los signos verbales. Para cuando esto ocurrió, la cantidad de cultura que había que transmitir oralmente sobrepasaba la capacidad de un pequeño grupo, incluso durante una larga vida. Ya no era suficiente que la experiencia consolidada de la comunidad descansara en las mentes de sus miembros de más edad.



En otras palabras, la ciudad llegó a depender de la combinación entre comunicación sincrónica y asincrónica -discurso y texto, orador y escriba, en directo y grabado, contrato escrito y apretón de manos, ágora y archivo-. Cada opción tenía su coste, sus ventajas e inconvenientes, y había que sopesarlos a la hora de elegir. Era el principio de la economía de presencia.

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SUMARIO

EL VÉRTIGO DE LA SOBREMODERNIDAD; CIUDADES DEL ANONIMATO Y TURISMO ETNOGRÁFICO. I Parte.

1.- Espacios públicos y figuras del anonimato.

2.- Los 'no lugares' y el turismo a gran escala.

EL VÉRTIGO DE LA SOBREMODERNIDAD; CIUDADES DEL ANONIMATO Y TURISMO ETNOGRÁFICO. II Parte

3.- La ciudad como museo.

4.- Diáspora y "cronotopías de la intimidad".

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Adolfo Vásquez Rocca PH. D.

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