Introducción
Es algo habitual en la literatura sobre Wittgenstein distinguir dos grandes períodos, el primero representado por el Tractatus Lógico Philosophicus y el segundo por las Investigaciones Filosóficas, discutiéndose si hay o no continuidad entre los así llamados primer y segundo Wittgenstein. Aún cuando hay motivos suficientes para establecer dicha distinción, no es mi intención profundizar en aquellos aspectos que marcan el distanciamiento entre uno y otro extremo de su obra. Mi propósito más bien es detenerme en un punto central de la obra de Wittgenstein, su concepción de la filosofía, la que ha de extraerse de breves y aisladas observaciones, dispersas, en perfecto desorden2, en una selva de disquisiciones lingüísticas; y mostrar que efectivamente hay una importante continuidad en la concepción wittgensteiniana de la naturaleza y objetivos de la filosofía; mostrar que las perspectivas alcanzadas en el Tractatus (que los problemas filosóficos surgen de nuestra forma errónea de entender la lógica de nuestro lenguaje; que la filosofía no es una ciencia, sino una actividad de elucidación y
clarificación, etcétera) continúan sirviendo como hilo conductor del trabajo posterior de
Wittgenstein. Esta concepción de la filosofía, en virtud de su originalidad e importancia, ha sido capaz de producir un corte en la historia de la filosofía, de inspirar el giro lingüístico emprendido por la filosofía del siglo XX.3
2 La mayoría de los escritos de Wittgenstein se asemejan mucho a un pensar en voz alta, hasta el punto de que parecen reproducir el movimiento mismo del pensamiento sin esforzarse en fingir ninguna unidad argumentativa superior.
3 Sólo acerca de la importancia del Tractatus Russell ha señalado que aquella era una obra que “en lo sucesivo no podría ser dejada de lado por ningún filósofo al que hubiera que tomar en serio” (Introducción al Tractatus). confirmado por el juicio de Keynes, quien, en carta a Wittgenstein, señala: “Aún no sé que decirle de su libro, como no sé manifestarle que tengo la sensación de que se trata de una obra extraordinariamente importante y genial. Es igual que la obra sea acertada o esté equivocada; desde que fue escrita domina todas las discusiones serias en Cambridge” (Citado por W: Baus en Ludwig Wittgenstein, Ed. Alianza, Madrid, 1988, p. 137 y 138).Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas | 13 (2006.1)
Ahora bien, son tan numerosos los artículos dedicados a la exposición de éstas tesis que un estudio más podría muy bien parecer superfluo. Sin embargo espero eludir el cargo de superfluidad atendiendo de modo especial a dos ideas, comúnmente olvidadas o tratadas con superficialidad, y que a mi juicio son capitales en orden a entender la concepción wittgensteiniana de la filosofía. Me refiero, por otra parte, a la identificación entre el pensamiento y la oración (que constituye el presupuesto en que se basan todas las indagaciones de Wittgenstein) y, por otra, a la noción de “problema filosófico”, cuestiones que están íntimamente relacionadas.
Como es sabido, lo que caracteriza a la obra de Wittgenstein es su permanente referencia al lenguaje, pero no como el mero tema de una filosofía del lenguaje, sino como la raíz de los así llamados “problemas filosóficos”. Los “problemas filosóficos” son pseudos-problemas, malentendidos lingüísticos, por lo tanto no deben ser resueltos, sino disueltos. No hallamos aquí en el centro mismo de la actitud wittgensteiniana. Si la filosofía tradicional está caracterizada por un cuestionar sistemáticamente las cuestiones mismas. Wittgenstein no se inscribe en una respuesta inercial a los clásicos problemas filosóficos, sino que se plantea el sentido y el origen mismo de ellos.
El Origen de los “Problemas” Filosóficos
Wittgenstein: La Función Terapéutica de la Filosofía
Por Adolfo Vásquez Rocca
¿Cuáles son las constantes en la concepción wittgensteiniana de la filosofía?
1.- En primer lugar, la filosofía no es un cuerpo de doctrina, una teoría, sino una actividad elucidante. “Una obra filosófica consiste esencialmente en elucidaciones” [61]. El resultado de la filosofía no son proposiciones filosóficas, sino la clarificación de las proposiciones.
2.- En segundo lugar, la filosofía aspira a una claridad completa, lo que significa que los problemas filosóficos deben desaparecer completamente [62]. No se trata de responder a las preguntas o de solucionar los problemas, sino de disolver éstos y de mostrar la vanidad de aquellas. “No es sorprendente que los más profundos problemas no sean propiamente problemas” [63]. Los problemas filosóficos son pseudos-problemas, malentendidos lingüísticos, por lo tanto no deben ser resueltos, sino disueltos, lo que se consigue “examinando el funcionamiento de nuestro lenguaje” [64]. Wittgenstein distingue dos estrategias fundamentales: La de la solución del problema filosófico como ‘disolución’ y la solución del mismo como ‘repatriación’ [65]. La primera corresponde al Tractatus y la segunda a las Investigaciones Filosóficas.
3.- En tercer lugar, hay una permanente referencia al lenguaje, no como el mero tema de una filosofía del lenguaje, sino como la raíz de los problemas filosóficos. Wittgenstein retrotrae la filosofía a su origen problemático. No da una respuesta inercial a los clásicos problemas filosóficos, sino que se plantea el sentido mismo de estos. Lo fundamental en todo problema filosófico es el lenguaje. La forma que existe para enunciar cada asunto, funda las condiciones de posibilidad para el manejo del mimo. El lenguaje determina los límites de la razón, dejando algunas de las posibilidades del decir en la impensabilidad y otras en la evidencia absoluta.
La tesis central de Wittgenstein, que justifica su modo de hacer filosofía y constituye el gran supuesto de sus indagaciones es que el límite del lenguaje señala la línea de demarcación entre lo que puede y no puede ser pensado. Lo que conduce al siguiente planteamiento metodológico: por medio del análisis del lenguaje se pueden establecer los límites del pensamiento [66].
4.- En cuarto lugar, la filosofía es original respecto de las ciencias. La filosofía no es una ciencia natural [67]. La filosofía delimita el dominio disputable de la ciencia natural. Sus consideraciones no son “científicas”, no proponen ninguna “teoría”, ni hay en ellas nada “hipotético”. En las Investigaciones Filosóficas, Wittgenstein dice: “Toda explicación tiene que marcharse, y sólo la descripción ocupa su lugar”. La filosofía sólo puede al final describir el uso real del lenguaje.
5.- En quinto lugar, hay una actitud tolerante ante la metafísica y la ética, similar a la actitud de Kant ante lo que denomina la “metafísica natural”, bajo la denominación de “lo místico” y entendidas como un “testimonio de una tendencia del espíritu humano”, tendencia que es caracterizada como “un arremeter contra los límites del lenguaje”. Pero cuando la metafísica o la ética adoptaban la forma de la ciencia natural su actitud era intolerante y destructiva [68].
La imposibilidad, señalada por Wittgenstein, de plantear cuestiones éticas [69],
cuestiones que atañen al ‘problema de nuestra vida’, no implica el
menosprecio de esta ‘tendencia del espíritu humano’ a plantear tales
cuestiones, sino más bien el reconocimiento de las limitaciones del
discurso científico. “Nosotros sentimos que incluso si todas las
posibles cuestiones científicas pudieran responderse, el problema de
nuestra vida no habría sido más penetrado” [70]
ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA Ph.D.
EL CONCEPTO DE FILOSOFIA Y LA NOCIÓN DE PROBLEMA EN WITTGENSTEIN DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PUCV - UCM
Dr. Adolfo Vasquez Rocca
Sector | Consultoría. Dirección de Tesis. Investigación. |
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Profesión | ACADÉMICO INVESTIGADOR. DOCTOR EN FILOSOFÍA |
Ubicación | Viña del Mar,
Valparaíso, Santiago. |
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