ROSTROS Y LUGARES DEL
ANONIMATO. DE LA PINTURA METAFÍSICA A LA SOBREMODERNIDAD
Rostros y lugares del
anonimato
Rostros y lugares del
anonimato; De la pintura metafísica a la sobremodernidad.
ZONA MOEBIUS, Revista de
literatura, arte y cultura, año 5 – marzo / abril 2007 UNITED
NATIONS EDUCATIONAL, SCIENTIFIC AND CULTURAL ORGANIZATION, …
- Adolfo Vásquez Rocca,
"Rostros y lugares del anonimato; De la pintura metafísica a la
sobremodernidad", en ZONA MOEBIUS, Revista de literatura, arte y
cultura, año 5 – marzo / abril 2007 UNITED NATIONS EDUCATIONAL,
SCIENTIFIC AND CULTURAL ORGANIZATION, UNESCO.
El arte contemporáneo es
transido por el problema de la identidad, por la condiciones de
nuestra inaccesibilidad. La historia del retrato occidental está
dividida entre un retrato inocente y fiel que goza del rostro
representándolo en la forma clásica, y un retrato que apuesta más
bien a los recursos expresivos de la pintura, al gesto y la mancha,
que no sabe o no quiere representarlo. El rostro mismo ha
desaparecido de la pintura moderna y con él, todos los
reconocimientos y filiaciones con la tradición aristocratizante de
las Bellas Artes, donde el retrato era el modo de perpetuar el
prestigio, la celebridad, la posición o la belleza de las damas y
los señores de la corte.
El arte contemporáneo desde
Bacon, con una sensibilidad desgarrada, propia de la pintura del
desastre, inscribe su intimidad sobre la piel de figuras
innombrables, de planos abstractos y objetos autistas, desheredados
de una tradición académica tributaria de los estilos precedentes.
Ahora es el retrato mismo del pintor el que se trasunta y queda
inscrito en la superficie de sus telas, la cual opera como espejo de
su pasión, de su encanto o de su furia. Sobre esta superficie
especular no se inscribe el nombre del pintor, sino el clamor de mil
voces que lo constituyen.
CINE, LITERATURA Y ARTE
COMBINATORIO. ENSAYOS SOBRE LA POSTMODERNIDAD: PERÈC, GREENAWAY Y
ARONOFSKY
En los últimos años las
expresiones narrativas como el cine y la literatura han sufrido
grandes cambios en su estructuración; la utilización de la no
linealidad como recurso para contar historias le ha aportado un nuevo
aire a la narrativa interesando a un nuevo público en la complejidad
de este tipo de relatos. Sin embargo, esta aparición no es algo tan
reciente, aunque ha sido impulsada por el advenimiento de los medios
electrónicos, los sistemas multimediales así como por el hipertexto
e influenciada por los descubrimientos de la física cuántica que
replantean las estructuras espacio temporales y han abierto, con
ello, la posibilidad de nuevas estructuras narrativas, que siguen
lógicas paraconsistentes o se articulan de acuerdo a la imaginería
con que la lógica modal y sus semántica de mundos posibles
–pensemos en Kripke– resuenan en autores tan importantes del cine
postmoderno, como Raúl Ruiz 1 o Peter Greenaway, quienes en una
filmografía claramente de tesis se han prodigado para poner en
operación estos nuevos dispositivos retóricos, generadores no sólo
de nuevas historias o relatos, sino de nuevas formas en que estas se
articulan, pasando, por momentos, la articulación a tener más
importancia que lo articulado, de allí que se pueda decir con
propiedad que estamos ante un cine formal, esto en el mismo sentido
de cómo se habla de lógica formal.
En la filmografía del
británico Peter Greenaway es recurrente la articulación de
narraciones a partir de números, conjuntos, medidas y proporciones.
Su intento es el de hacer un cine de tesis, un cine de ideas, en el
cual la pintura, la literatura y las matemáticas sean los ejes que
determinen su poética. En este arte combinatorio en el que Greenaway
convierte el cine es frecuente la utilización de diversos medios y
técnicas digitales, así como de intrincados dispositivos
narrativos, los que son –en último término– bellos ejercicios
de rigor formal, un rigor frecuentemente impuesto por un sistema
abstracto, como el alfabeto o los cardinales mensurables; es a esto
lo que en mi investigación denomino la estética de la lógica.
Nómadas. Critical Journal of
Social and Juridical Sciences > Vol 11, No 1 (2005) > ISSN-e
1578-6730 © 2017. Universidad Complutense de Madrid
LA FOTOGRAFÍA Y LAS FORMAS DEL OLVIDO;
DEL FUROR DE LA IMAGEN AL FRENESÍ DE LO REAL 1
__________________
DEL FUROR DE LA IMAGEN AL FRENESÍ DE LO REAL 1
__________________
1.- De la Fragmentación
del mundo al «momento Kodak»
La fotografía explica el estado del mundo en nuestra
ausencia. El objetivo de la cámara explora esta ausencia. El patetismo
de esta imagen es la de un universo de la que se ha retirado el sujeto.
El sujeto no es más que el agente de la aparición
irónica de las cosas, el actuario de su puesta en escena. La imagen es,
por excelencia, el médium de la publicidad gigantesca que se hace el mundo,
que se hacen los objetos, forzando a nuestra imaginación a borrarse, a
nuestras pasiones a extrovertirse, rompiendo el espejo que le ofrecíamos
para capturarlas.
Mediante la imagen el mundo impone su discontinuidad,
su fragmentación, su amplificación, su instantaneidad artificial. En dicho
sentido, la imagen fotográfica es la más pura porque no simula el tiempo
ni el movimiento —como el cine, por ejemplo— sino que se ciñe al más riguroso
irrealismo. La intensidad de la imagen es proporcional a su discontinuidad
y a su abstracción, es decir, a su idea preconcebida de denegación de
lo real
[3].
La fotografía pareciera —de este modo— liberar a
lo real de su principio de realidad, liberar al otro del principio de
identidad y arrojarlo a la extrañeza. Más allá de la semejanza y de la
significación forzada, más allá del «momento Kodak»
[4], la reversibilidad es esta oscilación entre la identidad y el
extrañamiento que abre el espacio de la ilusión estética, la des-realización
del mundo, su provisional puesta entre paréntesis.
Las galerías modernas ya no exhiben retratos, sólo
figuras desenfocadas. No es posible discernir los nombres ni el lugar
donde posan los personajes pintados, mucho menos sus familias de procedencia;
en la mayoría de los casos irradian una identidad velada. Los rostros
se funden con el cuerpo en siluetas anónimas y se difuminan entre toilettes
y luces de neón, desaparecen en la bruma, se esfuman al despuntar el alba,
se repliegan en los fundidos de una biografía anodina. Nada digno de ser
contado. Ningún lugar reconocible a partir de esas enormes plazas públicas
de Giorgio de Chirico
[6], donde maniquíes aislados cobijan el secreto de la identidad urbana;
ninguna distinción relevante entre el espíritu íntimo y las formas de
la exterioridad, en las ciudades nocturnas de Paul Delvaux
[7] donde uniformados funcionarios trabajan imper- turbables entre mujeres
desnudas.
Los cuadros modernos están llenos de rostros sin
perfiles, son los espacios del anonimato
[8]. En nuestra sociedad de la masificación, en la que la mayoría
de las personas portan el rostro del anonimato, en calidad de sujetos
estadísticos, el espacio público se comporta no como un espacio social,
determinado por estructuras y jerarquías, sino como un espacio en muchos
sentidos protosocial, un espacio previo a lo social al tiempo que su requisito,
premisa escénica de cualquier sociedad. El espacio público es aquél en
el que el sujeto que se objetiva, que se hace cuerpo, que reclama y obtiene
el derecho de presencia, se nihiliza, se convierte en una nada ambulante
e inestable. Ese cuerpo lleva consigo todas sus propiedades, tanto las
que proclama como las que oculta, tanto las reales como las que simula,
las de su infamia como las de su honra, y con respecto a todas esas propiedades
lo que reclama es la abolición tanto de unas como de otras, puesto que
el espacio en que ha irrumpido es anterior y ajeno a todo esquema fijado,
a todo lugar, a todo orden establecido. Quien se ha hecho presente en
el espacio público ha desertado de su sitio y transcurre por lo que por
definición es una tierra de nadie, ámbito de la pura disponibilidad, de
la pura potencia, de la posibilidad como del riesgo, territorio huidizo
—la calle, el vestíbulo de estación, la playa atestada de gente, el pasillo
que conecta líneas de metro, el bar, la grada del estadio— en el más radical
anonimato de la aglomeración, donde el único rol que le corresponde es
el de tan solo circular. Ese espacio cognitivo que es la calle obedece
a pautas que van más allá —o se sitúan antes—, de las lógicas institucionales
y de las causalidades orgánico-estructurales, trascienden o se niegan
a penetrar el sistema de las clasificaciones identitarias, dado que se
auto-regulan a partir de un repertorio de negociaciones y señales autómatas
[9]. Las relaciones de tránsito consisten en vínculos ocasionales
entre «conocidos» o simples extraños, con frecuencia en marcos de interacción
mínima, en el límite mismo de no ser relación en absoluto. Aquí se está
librado a los avatares de la vida pública, entendida como la serie de
interacciones casuales, espontáneas, consistentes en mezclarse durante
y por causa de las actividades ordinarias. Las unidades que se forman
surgen y se diluyen continuamente, siguiendo el ritmo y el flujo de la
vida diaria, lo que causa una trama inmensa de interacciones efímeras
que se entrelazan siguiendo reglas explícitas, pero sobre todo latentes
o inconscientes. Los protagonistas de la interacción transitoria no se
conocen, no saben nada el uno del otro, y es en razón de esto que aquí
se gesta la posibilidad de albergarse en el anonimato, en esta especie
de película protectora que hace de su auténtica identidad, de sus secretos
que lo incriminan o redimen, o de igual forma, de sus verdaderas intenciones,
como terrorista, turista, misionero o emigrante, un arcano para el otro.
Doctor
en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso;
Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía
IV. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética
en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello
UNAB. – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y
Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México. – Miembro
del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial'
de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de
'Konvergencias', Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina.
Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador– . Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor visitante Florida Christian University USA
y Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de
Investigaciones de Postgrado– UCM. Académico Investigador de la
Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Artista conceptual. Ha publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008.